El Secreto del Bosque Oscuro



Era una noche oscura en el pequeño pueblo de San Nicolás, donde la luna apenas iluminaba el camino de tierra que conducía al bosque. Un grupo de amigos, Tomás, Lucía y Mateo, habían escuchado rumores de que en el Bosque Oscuro habitaba un espíritu que cumplía deseos, pero solo si se era valiente suficiente para encontrarlo.

"¿Por qué no vamos a buscarlo?" - sugirió Lucía con un brillo en los ojos.

"¿Estás loca?" - dijo Mateo, con un temblor en la voz. "Dicen que quienes entran nunca regresan igual."

"Vamos, no seamos gallinas" - dijo Tomás, decidido.

Con linternas en mano, se adentraron en el bosque, guiados por el eco de sus propios pasos y el crujir de las ramas. A medida que avanzaban, un viento frío recorrió el lugar, susurrando secretos apenas audibles.

"Escuché algo tarde anoche… como un llanto" - murmuró Lucía, con un escalofrío recorriéndole la espalda.

Los ojos de sus amigos se agrandaron.

"No, no, no… no quiero quedarme aquí" - dijo Mateo, comenzando a retroceder.

"¡Esperen!" - gritó Tomás, ansioso por descubrir que había detrás de esas historias.

De repente, una sombra emergió entre los árboles. Era el espíritu del bosque, con ojos negros como el abismo y una sonrisa escalofriante.

"¿Buscan un deseo?" - preguntó con una voz que resonaba como un eco lejano.

Los amigos se miraron, temerosos pero intrigados.

"Sí, queremos entrar porque…" - comenzó Lucía, pero el espíritu la interrumpió.

"¡Solo pueden elegir un deseo! Pero cuidado, los deseos tienen un precio.”

Mateo, sintiendo el temor apoderarse de él, se adelantó.

"¡Yo deseo ser el más valiente del pueblo!"

- “¿Estás seguro? ” - preguntó el espíritu, entrecerrando los ojos.

"Sí, no tengo miedo" - dijo, afianzando su voz.

El espíritu sonrió, y una bruma oscura envolvió a Mateo, apretando su pecho. De repente, ruidos extraños comenzaron a resonar por el bosque, y una risa diabólica llenó el aire.

"¿Valiente o tonto? Siempre hay una elección" - dijo el espíritu antes de desvanecerse en la oscuridad, dejando a Mateo temblando de miedo antes de que comprendiera realmente lo que había deseado.

Tomás comprendió que el deseo de ser valiente había hecho que Mateo enfrentara a sus peores temores.

"Mateo, no puedes desear cosas sin pensar en las consecuencias" - dijo con preocupación.

Pronto, una tormenta se desató en el bosque. Relámpagos cruzaban el cielo, iluminando las sombras danzantes. En medio del caos, los tres amigos se tomaron de las manos. Inmediatamente, Lucía dio un paso al frente.

"Deseo que todos aprendamos a ser valientes juntos, pero sin perder quien somos."

El viento se calmó y el espíritu apareció de nuevo.

"Un deseo más puro ha sido ofrecido. Aprender a ser valiente en compañía es el verdadero poder" - dijo mientras la bruma envolvía a todos.

Y así, el bosque dejó de ser un lugar de tormento; ahora era un refugio donde los amigos aprendieron que el verdadero valor está en mantenerse unidos frente al miedo. Los ecos del bosque ya no parecían aterradores, sino sabios y protectores.

Desde aquella noche, cada vez que alguien hablaba del Bosque Oscuro, risas y relatos de aventuras comenzaban a fluir, y sus nombres se transformaron en leyenda.

Nunca olvidaron lo que aprendieron aquella noche; la valentía no era solo un deseo, era una elección que había que tomar día a día, siempre juntos.

FIN.

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