El Secreto del Castillo



Había una vez, en un castillo muy lejano, donde vivían muchas personas alegres y nobles, que servían al rey David, un monarca bondadoso y siempre dispuesto a ayudar a sus súbditos. Entre los habitantes más notables del reino se encontraba una joven llamada Clara, que tenía un talento especial para la música. Todos los días, Clara tocaba su laúd en el jardín del castillo, llenando el aire con suaves melodías que hacían sonreír a todos.

Un día, mientras estaba tocando, una anciana se acercó a ella. Tenía una mirada sabia y un aire misterioso.

- ¿Te gustaría conocer un secreto, chica del laúd? - le preguntó la anciana.

Clara dejó de tocar y la miró curiosa.

- Claro, ¿cuál es el secreto? - respondió.

- En las profundidades del bosque que rodea el castillo, hay un lago mágico. Quien toque una melodía dulce sobre sus aguas, podrá hacer realidad un deseo. Pero cuidado, solo se puede usar una vez. - dijo la anciana, desapareciendo en un instante.

Intrigada y emocionada, Clara decidió ir al lago al día siguiente. Se preparó durante la noche, eligiendo las mejores melodías para tocar. Mientras caminaba hacia el lago, pensó en un deseo. Quería que la música pudiera llevar alegría y esperanza a todos los rincones del reino.

Al llegar al lago, estaba tranquilo y resplandecía bajo la luz del sol.

- ¡Aquí va! - exclamó Clara, comenzando a tocar una melodía hermosa y envolvente. Las notas danzaron en el aire y se reflejaron en el agua.

Para su sorpresa, el lago comenzó a brillar intensamente. En un instante, una suave brisa sopló y las notas de la música se convirtieron en una vibrante ola que se dispersó por todo el reino.

Mientras Clara observaba maravillada, notó que la gente empezaba a sonreír y bailar dondequiera que estaban, como si la música hubiera tocado sus corazones. Pero de repente, se dio cuenta de algo extraño: la melodía que había tocado no sólo trajo alegría a la gente, sino que una sombra oscura comenzó a emerger del agua, asustada y confundida.

- ¿Qué está pasando? - preguntó Clara, retrocediendo un poco.

La sombra tomó forma, convirtiéndose en un pequeño duende preocupado.

- ¡Ayuda! ¡Mi música fue robada y ahora no puedo volver a mi hogar! - gritó el duende.

Clara, sintiendo compasión por el pequeño ser, le preguntó:

- ¿Qué necesitas para rehacer tu música? -

El duende suspiró.

- Necesito las notas que se han perdido en el castillo. Son las que me permiten ser libre. Sin ellas, no puedo volver a crear. - explicó.

Sin pensarlo dos veces, Clara se comprometió a ayudarlo.

- Vamos, resolvamos esto juntos. Te ayudaré a recuperar tus notas. - dijo con determinación.

La joven y el duende regresaron al castillo, donde empezaron a buscar pistas. No fue fácil, pero tenían la ayuda de los nobles del castillo que se unieron a la causa. Cada uno aportó algo,

- Yo tengo unos viejos pergaminos - dijo el guardia del castillo.

- Yo conozco los secretos de las paredes - exclamó la cocinera.

Después de una larga búsqueda y muchas aventuras, encontraron cada una de las notas en diferentes rincones del castillo: bajo el piano del salón, en una vieja biblioteca y hasta en el gallinero.

Cuando finalmente reunieron todas las notas, el duende agradecido se iluminó con felicidad.

- Gracias, Clara. Ahora puedo volver a mi hogar y la música reinará nuevamente en este reino. -

Juntos se dirigieron al lago. Clara tocó una melodía con las notas restauradas, y el duende comenzó a danzar.

De repente, una lluvia de luces coloridas llenó el cielo mientras el duende se elevaba, y su música resonó por todo el reino. Todos los habitantes del castillo y el reino se reunieron para celebrar, llenos de alegría.

Clara, admirando a su alrededor, se dio cuenta de que no necesitaba un deseo mágico para hacer feliz a su gente; su corazón ya lo había logrado, junto a la colaboración y el cariño de todos.

Y así, el monarca David, al enterarse de la hazaña de Clara, decidió que a partir de ese día, cada semana habría una fiesta de música y baile en el castillo, donde todos podrían ser parte de armonías y sonrisas.

Así fue como Clara y el duende se convirtieron en los mejores amigos, y juntos siguieron llenando el reino de música y alegría por siempre.

- La música trae alegría, pero también unión. - decía Clara con una sonrisa cuando pasaba tiempo con el pequeño duende.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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