El Secreto del Cerro de Llama
Había una vez en el pueblo de Shullugay, un cerro misterioso llamado Cerro de Llama. Este cerro era el más grande del pueblo y en su cima tenía dibujado un ternero que parecía estar mirando fijamente a la luna.
Se decía que aquellos con corazón puro y mente abierta podían ver al ternero en la roca, pero no todos eran capaces de hacerlo. Un día, llegó al pueblo una niña llamada Luna.
Luna era curiosa y valiente, le encantaba explorar los rincones más escondidos del pueblo y escuchar las historias que contaban los ancianos sobre el Cerro de Llama. Intrigada por las leyendas que rodeaban al cerro, decidió emprender una aventura para descubrir si eran ciertas.
Una noche, mientras todos dormían, Luna se dirigió hacia el Cerro de Llama con una linterna en mano. La luna brillaba en lo alto del cielo iluminando su camino mientras ascendía por la empinada ladera del cerro.
Al llegar a la cima, se detuvo frente al dibujo del ternero y observó atentamente. De repente, el dibujo cobró vida ante sus ojos sorprendidos.
El ternero saltó fuera de la roca y comenzó a caminar por la ladera del cerro, emitiendo un suave bramido que resonaba en toda la montaña. Luna se quedó sin palabras ante semejante espectáculo. "¡Hola!" -saludó el ternero con voz amable.
"¡Hola! ¡Soy Luna! ¿Cómo es posible que puedas hablar?" -preguntó Luna asombrada. "En este cerro todo es posible para aquellos dispuestos a creer en la magia" -respondió el ternero con calma.
El ternero le contó a Luna sobre la importancia de tener fe en uno mismo y en las maravillas del mundo que nos rodea. Le enseñó que cada persona tiene dentro de sí misma la capacidad de ver más allá de lo evidente y descubrir belleza donde otros solo ven piedras.
Luna regresó al pueblo al amanecer con una sonrisa radiante en su rostro. Contó a todos sobre su encuentro con el ternero mágico del Cerro de Llama y cómo había aprendido a abrir los ojos a lo extraordinario que puede haber incluso en lo cotidiano.
Desde entonces, Luna inspiró a los habitantes de Shullugay a ser más valientes, curiosos y abiertos a las maravillas ocultas del mundo que les rodeaba.
Y cada noche, cuando la luna brillaba sobre el Cerro de Llama, algunos aseguraban poder escuchar un suave bramido resonando entre las rocas como recordatorio de aquella increíble experiencia vivida por Luna.
Y así fue como una niña valiente cambió para siempre la forma en que su pueblo veía al misterioso Cerro de Llama y demostró que hay magia donde menos te lo esperas si estás dispuesto a creer en ella.
FIN.