El Secreto del Chico de la Luna



Había una vez en un bosque encantado, un chico misterioso con cabellos blancos como la nieve que siempre llevaba puesta una máscara de luna.

Nadie sabía por qué nunca se la quitaba, pero todos respetaban su decisión y lo llamaban el Chico de la Luna. Un día, mientras el Chico de la Luna caminaba entre los árboles, un cazador despistado tropezó y sin querer le arrancó la máscara al chico.

El rostro del chico se llenó de furia al sentirse vulnerado y, en ese momento, algo extraordinario ocurrió: se transformó en un ser increíblemente poderoso con ojos brillantes como estrellas y manos que lanzaban destellos plateados. El cazador asustado intentó disculparse, pero ya era tarde.

El Chico de la Luna no podía controlar su ira y sin querer lastimó al cazador. Al ver lo que había hecho, el chico dejó escapar un grito desgarrador y corrió hacia el río cercano para calmar su corazón agitado.

Mientras miraba su reflejo en el agua cristalina, el Chico de la Luna sintió una profunda tristeza por lo ocurrido.

Sabía que no podía deshacer lo pasado, pero decidió honrar la memoria del cazador construyéndole una hermosa tumba bajo un sauce llorón. Días después, cuando los animales del bosque supieron lo sucedido, se acercaron al Chico de la Luna con cariño y comprensión. "Todos cometemos errores", dijo Sabio Búho posándose en su hombro-.

"Lo importante es aprender de ellos y encontrar maneras de reparar nuestro daño". El Chico de la Luna comprendió entonces que aunque tenía un gran poder dentro de sí, también debía cultivar bondad y compasión hacia los demás.

A partir de ese día, dedicó parte de su tiempo a ayudar a quienes lo necesitaban en el bosque: curaba heridas con sus manos luminosas y protegía a los más débiles.

Con el paso del tiempo, el Chico de la Luna se convirtió en una leyenda viviente del bosque; alguien a quien acudir en tiempos difíciles y cuya luz guiaba a aquellos perdidos en la oscuridad.

Y aunque nunca volvió a quitarse su máscara lunar, todos aprendieron a ver más allá de las apariencias para descubrir al verdadero héroe que habitaba detrás.

Y así fue como el Chico de la Luna encontró redención en medio del error cometido aquella tarde fatídica; demostrando que incluso las sombras más profundas pueden disiparse ante el brillo eterno del amor y la generosidad.

FIN.

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