El secreto del coral perdido
En una playa de aguas intensamente azules, donde las ardientes olas rompen contra la orilla, vivían muchos seres marinos. Entre ellos se encontraba Rita, una pequeña tortuga que disfrutaba nadando entre los coloridos corales.
"¡Mirá qué hermosos son!" dijo Rita a su amigo, Lucho, un pez payaso.
"Sí, pero cada vez hay menos corales, Rita. Me preocupa lo que pueda pasar", respondió Lucho con su voz temblorosa.
Rita lo miró con preocupación. Las aguas que antes estaban llenas de vida comenzaban a verse grises.
Un día, mientras nadaban, se encontraron con una misteriosa criatura llamada Maya, una estrella de mar que parecía triste.
"¿Qué te pasa, Maya?" preguntó Rita.
"Los corales están muriendo. Sin ellos, no tendremos hogar. Mi familia y yo no sabemos qué hacer", respondió Maya con lágrimas en sus ojos.
Lucho, siempre curioso, dijo:
"Podemos ayudar. ¿Cómo lo hacemos?"
Maya les contó que había un antiguo lugar en el fondo del océano donde crecía un coral milagroso que podía revivir a los corales enfermos. Pero para llegar allí, tendrían que aventurarse a través de peligrosas corrientes y resolver acertijos del mar.
"¡Yo iré!" exclamó Rita, llena de valentía.
"¡Yo también!" agregó Lucho, temblando de emoción.
Así, los tres amigos se lanzaron a la aventura. En el camino, enfrentaron corrientes fuertes, pero siempre se ayudaban mutuamente.
Un día, llegaron a un arrecife donde un anciano pez león les hizo un acertijo:
"Para pasar, deben contestar esto: ¿Qué se rompe sin ser tocado?"
"¡El silencio!" respondió Lucho, recordando lo que había aprendido de su madre.
El pez sonrió y les permitió continuar.
Al llegar a las puertas del lugar mágico, vieron el resplandor del coral milagroso.
"¡Lo logramos!" gritó Rita mientras nadaba hacia él.
Recogieron un poco del coral y regresaron rápidamente a su hogar, donde las aguas estaban cargadas con el olor de la descomposición.
Con cuidado, comenzaron a esparcir el polvo del coral sobre los corales enfermos.
"¡Mirá, está funcionando!" exclamó Maya, observando cómo los corales empezaban a cobrar vida nuevamente.
Con el tiempo, el arrecife volvió a ser un vibrante tapiz de colores, lleno de vida.
"No solo revivimos el hogar de muchos, también aprendimos que juntos somos más fuertes," dijo Rita.
"Sí, y nunca hay que rendirse ante un desafío," agregó Lucho con una sonrisa.
Maya, emocionada, agradeció a sus nuevos amigos.
"¡Gracias, amigos! Ustedes son los verdaderos héroes de esta historia."
Y así, Rita, Lucho y Maya continuaron cuidando y protegiendo su hogar, recordando siempre que, aunque a veces las cosas se vean oscuras, la amistad y el trabajo en equipo pueden revivir incluso los lugares más sombríos.
FIN.