El secreto del dado mágico



Había una vez en un pequeño pueblo, cuatro niños llamados Martina, Juan, Sofía y Lucas. Un día, encontraron un antiguo juego de ludo en el desván de la abuela de Juan.

Estaban emocionados por jugar, pero no tenían idea de para qué servía el extraño cubo con puntos en sus caras. "¿Qué es esto?" preguntó Martina, sosteniendo el dado en sus manos. "No lo sé", respondió Juan, encogiéndose de hombros.

Decidieron preguntarle a la abuela, quien les contó que el dado decidiría cuántos pasos podrían avanzar en el juego. Los niños estaban emocionados por la respuesta y comenzaron a jugar. Pronto descubrieron que a veces el dado los ayudaba y otras veces los ponía en apuros.

A medida que avanzaban, aprendieron a ser pacientes, a aceptar los resultados y a celebrar juntos cada avance. Además, descubrieron que el juego era una excelente oportunidad para aprender a contar y a esperar su turno.

Con el tiempo, cada uno de ellos se convirtió en experto en entender los números que aparecían en el dado. Jugaron juntos muchas tardes y se divirtieron muchísimo. Un día, mientras jugaban, Martina sacudió el dado con fuerza y de pronto, algo mágico sucedió.

El dado empezó a brillar y les habló: "Queridos amigos, han demostrado que son valientes y solidarios al jugar juntos. Como recompensa, les concederé un deseo a cada uno". Los niños estaban asombrados y no podían creer lo que ocurría.

Cada uno pidió un deseo especial, pero al final, decidieron pedirle al dado que les ayudara a ser buenos amigos para siempre. De repente, el dado desapareció, pero dejó en manos de cada niño una pequeña canica de colores brillantes.

"Esto simboliza nuestra amistad" dijo Lucas con emoción. Desde ese día, los cuatro amigos entendieron que la amistad, la paciencia y la colaboración eran más valiosas que cualquier deseo. Y así, continuaron disfrutando de muchas aventuras juntos, recordando siempre el secreto del dado mágico.

FIN.

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