El Secreto del Hada del Bosque
En un frondoso bosque llamado Luminaria, habitaba un hada conocida como Luzia. Luzia tenía hermalas alas brillantes que relucían como estrellas. Pasaba sus días cuidando de las flores y ayudando a los animales del bosque. Pero, un día, una gran tristeza cubrió el bosque.
Las flores habían dejado de florecer y los animales estaban preocupados.
"¿Qué está pasando, Luzia?" - le preguntó un pequeño conejo llamado Toto, con sus orejas caídas.
"No lo sé, Toto. Todo estaba bien hasta ayer. Necesitamos descubrir qué le ha pasado a nuestro hogar" - respondió Luzia.
Los dos amigos decidieron convocar a una reunión con todos los habitantes del bosque para discutir la situación. En un claro, se reunieron lechuzas, ciervos, ardillas y hasta un viejo búho sabio llamado Don Olmo.
"Queridos amigos, un gran misterio nos ha alcanzado. Las flores están marchitas y el bosque pierde su brillo" - exclamó Luzia.
"Tal vez el problema esté en el manantial de luz, que se encuentra al final del bosque" - sugirió Don Olmo, con su voz profunda.
"Pero nunca hemos ido tan lejos. Es peligroso" - dijo una tímida ardilla llamada Rita.
Todos los animales comenzaron a murmurar, algunos asustados, otros escépticos. Sin embargo, Luzia, con su brillo resplandeciente, les animó.
"Si no intentamos averiguar la causa, el bosque se marchitará por completo. ¡Debemos ir juntos!" - propuso.
Con mucho entusiasmo, Luzia y su grupo partieron hacia el manantial de luz. En el camino, se encontraron con varios peligros. Un río caudaloso se interponía en su camino.
"No podemos cruzarlo" - dijo Toto, asustado.
"¡Yo puedo ayudarlos!" - exclamó una gran tortuga que pasaba por allí, llamada Tula. "Suban a mi espalda y los llevaré al otro lado".
Los animales, agradecidos, cruzaron el río a lomos de Tula. Al llegar al otro lado, se encontraron con un oscuro bosque, donde la luz apenas iluminaba el camino.
"¿Qué lugar es este?" - preguntó Toto, temblando de miedo.
"Es el bosque de las sombras, pero no tengan miedo. La luz siempre encontrará el camino" - respondió Luzia, encendiendo su magia para iluminar el sendero.
Avanzaron cautelosamente y, después de algún tiempo, llegaron al manantial de luz. Pero lo que encontraron los dejó sin aliento: el manantial se había secado y un grupo de duendes oscuros se lo había llevado.
"¿Por qué han hecho esto?" - preguntó Luzia, acercándose con valentía.
"Porque nadie aprecia el brillo de la luz. Preferimos la oscuridad" - respondió uno de los duendes, con una sonrisa traviesa.
Luzia reflexionó y entonces dijo:
"Tal vez podríamos encontrar una solución. ¿Qué pasaría si compartimos la luz con ustedes? La oscuridad también tiene su belleza; pero debe haber equilibrio entre ambas".
Los duendes se miraron entre sí, interesados. Nunca se les había ocurrido la posibilidad de compartir el brillo de la luz.
"¿De verdad creen que sería posible?" - preguntó uno de ellos, con curiosidad.
"Claro que sí, cada uno de nosotros puede brillar a su manera. La luz puede dar alegría, y la oscuridad, calma. Juntos podríamos tener un bosque más hermoso" - intervino Tula la tortuga.
Los duendes consideraron la propuesta y finalmente, aceptaron ayudar a devolver el brillo al manantial. Con la magia de Luzia y la ayuda de los duendes, recuperaron el manantial de luz. Las flores comenzaron a florecer de nuevo, y el bosque recuperó su color y alegría.
"¡Lo logramos!" - gritó Toto, saltando de felicidad.
"Sí, y hemos aprendido que compartir en lugar de competir crea un mundo mejor" - agregó Luzia, sonriendo.
A partir de ese día, el bosque de Luminaria y el bosque de las sombras coexistieron en armonía, iluminando la vida de todos sus habitantes. Desde entonces, ayudaron a otros en dificultades, recordando siempre que con amor y colaboración, no hay obstáculo que no se pueda superar.
FIN.