El Secreto del Jardín de la Imaginación



Era una soleada mañana en la escuela del barrio, y el profesor Jorge Torres había notado que sus alumnos del segundo grado D estaban cada vez más pegados a sus dispositivos. Decidió que era hora de hacer algo al respecto.

- “¡Chicos! Hoy les tengo una sorpresa”, dijo Jorge, mientras todos lo miraban con curiosidad.

- “¿Qué es, profe? ” preguntó Sofía, moviendo sus piernas de la emoción.

- “Vamos a transformar nuestro aula en un jardín de la imaginación. ¡Vamos a crear algo increíble juntos! ”, explicó Jorge.

Los niños se miraron entre ellos, un poco confundidos pero intrigados.

- “¿Y cómo hacemos eso? ”, preguntó Lucas, un niño siempre inquieto.

- “Primero, necesitamos salir a buscar cosas al patio. Rocas, hojas, flores, lo que se nos ocurra para crear nuestro propio jardín. ¡Usemos la imaginación! ”, animó Jorge, sonriendo.

Los chicos comenzaron a buscar y pronto el patio estaba lleno de risas y voces llenas de energía. Recolectaban todo tipo de materiales. Mientras tanto, Jorge organizaba todo en el aula, haciendo espacios para que cada grupo pudiera trabajar.

Marta, una de las más creativas, había decidido hacer una casa de hadas con hojas secas y piedras.

- “¡Miren lo que hice! ”, exclamó, mostrando su mini casa.

- “¡Es hermosa, Marta! ¿Puedo ponerle una ventana? ”, preguntó Felipe, que estaba trabajando en un castillo de papel.

Pero, de repente, una idea loca cruzó por la mente de Jorge.

- “Chicos, ¿y si invitamos a los padres para que vengan a ver lo que estamos creando? ”, sugirió.

Los ojos de los niños brillaron al escuchar esto.

- “¡Sí, profe! ¡Vamos a hacer un festival del jardín! ”, gritó Sofía.

Los niños se pusieron a trabajar con entusiasmo. Comenzaron a hacer invitaciones coloridas y decoraron el aula con todo lo que habían recolectado. Desde flores de papel hasta criaturas hechas con ramas. El aula se llenó de magia.

Cuando llegó el día del festival, todos los padres estaban emocionados. Al llegar, se encontraron con un aula mágica, llena de vida y creatividad.

- “¿Cómo hicieron todo esto? ”, preguntó la mamá de Felipe, sorprendida.

- “Todo fue idea del profe y de nosotros”, respondió Marta, sonriendo con orgullo.

Los padres admiraron cada rincón, mientras los niños explicaban sus obras. La madre de Lucas quedó impresionada por una escultura hecha con barro.

- “Es un dragón guardián de los sueños”, decía Lucas, mientras todos escuchaban atentos.

Así pasaron la tarde, disfrutando de juegos al aire libre y refrescos, compartiendo risas y fortaleciéndose los lazos entre familia y enseñanza.

Más tarde, Jorge pensó en lo que había logrado.

- “Esto es solo el comienzo. Si seguimos así, podremos usar la imaginación para crear todo lo que queramos”, reflexionó.

Desde ese día, el profesor Jorge Torres no solo enseñaba en el aula, sino que también inspiraba a sus alumnos a explorar nuevos mundos, sin depender de los aparatos tecnológicos. Había encontrado en ellos un potencial increíble, y estaba decidido a ayudarles a desarrollarlo.

Así, el aula de segundo grado D se convirtió en un espacio donde la creatividad floreció, y los niños aprendieron que siempre hay un lugar especial para la imaginación.

FIN.

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