El Secreto del Lago Mágico



Había una vez un pequeño pueblo en Boyacá llamado Nobsa, famoso por sus coloridos tejidos y por las hermosas leyendas que se contaban entre sus habitantes.

En este lugar vivía un niño llamado Juanito, quien siempre había soñado con explorar el mundo más allá de su pequeña ciudad. Un día, llegó a Nobsa un extranjero llamado Pedro, proveniente de Argentina. Era un hombre amable y curioso, siempre dispuesto a aprender sobre nuevas culturas y tradiciones.

Pedro decidió quedarse en el pueblo por un tiempo para conocer más sobre la rica historia de Boyacá.

Juanito se acercó a Pedro con mucho entusiasmo y le preguntó: "¿Eres realmente de otro país? ¡Nunca antes había conocido a alguien tan lejos de aquí!"Pedro sonrió y respondió: "Así es, Juanito. Soy argentino y he venido aquí para aprender sobre tus costumbres y leyendas.

¿Me podrías contar alguna?"Juanito emocionado exclamó: "¡Claro! Hay una leyenda muy especial en nuestro pueblo que habla sobre El Dorado. Se dice que hace muchos años, los indígenas Muisca realizaban una ceremonia donde cubrían al nuevo rey con polvo dorado y lo llevaban en una balsa dorada hasta el centro del lago Guatavita.

"Pedro quedó fascinado con la historia e inmediatamente quiso conocer más detalles. Los dos se dirigieron hacia el lago Guatavita mientras Juanito continuaba su relato:"-Cuentan que durante la ceremonia, los sacerdotes arrojaban tesoros al agua como ofrenda a los dioses.

Se dice que el lago se llenó de oro y joyas preciosas, convirtiéndose en un lugar mágico y sagrado. "Al llegar al lago Guatavita, Pedro quedó maravillado por su belleza y misterio.

Pero algo inesperado sucedió: mientras observaban el lago, una luz brillante apareció en medio del agua. "-¡Mira! ¡Es una balsa dorada!" exclamó Juanito emocionado. Pedro no podía creer lo que veían sus ojos. La balsa emergió lentamente del agua, revelando un tesoro resplandeciente.

Sin pensarlo dos veces, decidieron subirse a la balsa para explorar más de cerca. Una vez dentro de la balsa, fueron transportados a un mundo lleno de color y magia.

Pudieron ver cómo los antiguos indígenas celebraban la ceremonia del Dorado con alegría y gratitud hacia la naturaleza. Después de vivir esta increíble experiencia, Juanito y Pedro regresaron al pueblo con el corazón lleno de asombro y gratitud por haber sido parte de esa aventura única.

Compartieron su historia con todos los habitantes de Nobsa, quienes quedaron fascinados por lo ocurrido. A partir de ese día, Pedro se convirtió en un miembro querido de la comunidad nobsana.

Enseñaba sobre las costumbres argentinas mientras aprendía más sobre las tradiciones boyacenses. Juntos organizaron ferias culturales donde se exhibían tejidos típicos tanto argentinos como boyacenses.

Juanito nunca olvidó aquella experiencia en el lago Guatavita y siempre estuvo agradecido por haber conocido al extranjero que le abrió las puertas de un mundo nuevo. Su amistad demostró que, sin importar nuestras diferencias culturales, todos podemos aprender y enriquecernos mutuamente. Y así, el pueblo de Nobsa se convirtió en un lugar donde la diversidad era celebrada y valorada.

Y todo gracias a la curiosidad y apertura de mente del extranjero Pedro, quien encontró un hogar en el corazón de Boyacá.

FIN.

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