El Secreto del Maquillaje Mágico



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Colores, una niña llamada Luna que soñaba con ser una gran artista del maquillaje. Cada día, después de la escuela, se sentaba frente a un gran espejo en su habitación y experimentaba con diferentes colores, sombras y brillos.

Una tarde, mientras Luna revolvía entre las cosas de su abuela en el desván, encontró una cajita decorada con dibujos de flores y estrellas. La abrió y, para su sorpresa, dentro había un kit de maquillaje muy antiguo, pero lo que más llamó su atención fue una pequeña nota que decía: "Este maquillaje tiene poderes especiales. Usa con sabiduría."

Intrigada, Luna decidió probarlo. Se pintó la cara con colores vibrantes y, cuando se miró al espejo, ¡su reflejo brillaba con una luz mágica!"¡Guau! ¡Esto es increíble!" - exclamó Luna, sintiéndose como una verdadera artista.

Al día siguiente, en la escuela, Luna se presentó con su nuevo look. Sus compañeros la miraron sorprendidos y todos comenzaron a elogiarla.

"¡Luna, sos una genia!" - dijo Sofía, su mejor amiga.

"¿Cómo hiciste eso?" - preguntó Mateo, un niño muy curioso.

Luna, emocionada, comenzó a compartir su secreto del maquillaje mágico con sus amigos. Cada uno tomaba turnos para probarlo, y todos se sentían especiales al verse transformados. Sin embargo, con el tiempo, cada vez que alguien se maquillaba, empezaban a olvidar quiénes eran realmente. En lugar de apreciarse a sí mismos, dependían del maquillaje para sentirse bien.

"¿Por qué no me siento tan feliz como al principio?" - preguntó Javier, tras mirarse al espejo y ver un hermoso rostro, pero que no se parecía al suyo.

Luna se preocupó y decidió hablar con su abuela.

"Abuela, encontré un maquillaje mágico, pero creo que mis amigos se están perdiendo de ser ellos mismos. ¿Qué debo hacer?" - preguntó.

La abuela sonrió y le contó una historia.

"Cuando era joven, también encontré maquillajes mágicos. Pueden hacerte sentir bien, pero la verdadera magia está en aceptarte tal como sos. Siempre que uses ese maquillaje, recuerda que tu belleza interior es la más importante."

Luna reflexionó y decidió organizar un evento especial en la escuela.

"Haré un gran desfile de maquillaje, pero con una condición: todos debemos maquillarnos como queremos, pero con un toque de nuestra verdadera personalidad. ¡La idea es celebrar quiénes somos!" - anunció.

Todos los amigos de Luna aceptaron emocionados. El día del desfile, cada uno eligió colores que representaban sus sentimientos y su forma de ser. Javier se pintó de azul porque sentía que representaba su calma. Sofía eligió el amarillo porque era su color de la felicidad.

El desfile fue un éxito, y cada vez que alguien se miraba al espejo, sonreía al ver no solo el maquillaje, sino también su auténtica esencia.

"¡Esto es lo mejor!" - dijo Mateo.

"¡Me siento libre!" - añadió Sofía.

A raíz de esa experiencia, Luna y sus amigos decidieron que el maquillaje no solo era una herramienta para verse bien, sino también una manera de expresar su personalidad. Aprendieron a equilibrar el uso del maquillaje con la importancia de valorarse y aceptarse con y sin él.

Y así, el pueblo de Colores se llenó de risas, creatividad y un nuevo valor: La verdadera belleza viene desde adentro. Desde entonces, cada año organizaron el desfile de maquillaje, no solo para disfrutar de la magia de los colores, sino para celebrar su verdadera identidad y el poder de la amistad.

Y Luna se convirtió, no solo en una gran artista del maquillaje, sino también en una embajadora del amor propio en su comunidad.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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