El secreto del miedo nocturno




Martín era un niño de segundo grado que asistía a la escuela primaria San Martín. Durante el día, Martín era un alumno aplicado y risueño, pero de noche, el miedo se apoderaba de él. Cada vez que la oscuridad llenaba su habitación, Martín sentía un escalofrío recorrer su cuerpo. Los ruidos que en el día le parecían normales, durante la noche se convertían en monstruos acechantes. A pesar de los esfuerzos de sus padres por calmarlo, Martín no podía conciliar el sueño.

Llegó un día en que la situación se volvió insostenible. El maestro de segundo grado, el señor Antonio, notó que Martín llegaba a la escuela cada vez más cansado y distraído. Decidió hablar con él después de clases.

- Martín, noté que has estado muy preocupado últimamente. ¿Hay algo que te esté molestando? -preguntó el maestro.

Martín, prometiendo no derramar lágrimas, le confesó a su maestro su miedo a la oscuridad y a los ruidos de la noche. El maestro escuchó con atención y le contó al niño una historia que su abuelo solía contarle. Era la historia de un valiente guerrero que, para vencer sus miedos, emprendió un viaje lleno de desafíos. Martín quedó fascinado con la historia y le pidió al maestro que le narrara más cuentos la próxima noche. El maestro aceptó encantado.

Esa noche, Martín se acostó en su cama con la curiosidad latiendo en su pecho. Recordó las sabias palabras del maestro y decidió enfrentar su miedo. Sin embargo, los ruidos de la noche lo aterrorizaron una vez más. Justo cuando estaba a punto de rendirse, recordó las aventuras del valiente guerrero y decidió imaginar que él también emprendía un viaje. En su viaje, Martín descubrió que los ruidos de la noche eran solo el canto de los grillos y el susurro del viento. Poco a poco, su miedo se fue desvaneciendo. La siguiente mañana, Martín corrió hacia la escuela para contarle al maestro su hazaña.

El maestro sonrió y le dijo: - Martín, tú mismo has descubierto el secreto para vencer tus miedos. La valentía no es la ausencia de temor, sino la capacidad de enfrentarlo. A partir de ese día, Martín se convirtió en el narrador oficial de cuentos en la escuela. Ya no temía a la oscuridad y, en su lugar, esperaba ilusionado la llegada de la noche para emprender nuevas aventuras en su imaginación.

FIN.

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