El secreto del monstruo bondadoso


En un bosque encantado, vivían unas hadas traviesas y alegres que jugaban entre las flores y los árboles. Ellas eran amigas inseparables y siempre estaban dispuestas a ayudarse mutuamente.

Sin embargo, un día algo perturbador sucedió en el bosque. Un monstruo enorme y temible apareció de la nada, asustando a todos los seres mágicos que habitaban allí. El monstruo rugía y lanzaba fuego por la boca, causando caos y destrucción a su paso.

Las hadas no sabían qué hacer frente a semejante peligro. -¡Oh no! ¡Este monstruo malvado está arruinando nuestro hogar! -exclamó Luna, la líder de las hadas. Las hadas intentaron detener al monstruo con sus hechizos mágicos, pero nada parecía surtir efecto.

El monstruo continuaba su marcha destructiva sin mostrar piedad alguna. Las hadas estaban desesperadas hasta que Florinda, la más sabia del grupo, tuvo una idea brillante. -Chicas, creo que este monstruo no es tan malo como pensamos.

Tal vez solo necesita ayuda -dijo Florinda con determinación en su voz. Las demás hadas se miraron confundidas, pero decidieron confiar en la sabiduría de Florinda.

Se acercaron al monstruo lentamente y notaron que sus ojos brillaban con tristeza en medio de su aspecto feroz. -¿Qué te pasa, gran monstruo? ¿Por qué estás causando tanto daño en nuestro bosque? -preguntó Luna con valentía. El monstruo dejó escapar un profundo suspiro antes de hablar con voz ronca: "Estoy solo y perdido.

No sé quién soy ni cómo llegué aquí". Las hadas se miraron entre ellas sorprendidas por las palabras del monstruo. Florinda se adelantó hacia el monstruo y le tendió la mano amistosamente.

"No temas, nosotros te ayudaremos a encontrar tu camino", dijo con dulzura en su voz. El corazón del monstruo se ablandó ante la bondad de las hadas y comenzó a llorar lágrimas cristalinas que apagaron el fuego que había estado lanzando momentos atrás.

Con ayuda de las hadas, el monstruo recordó quién era en realidad: un guardián protector del bosque enviado para mantenerlo seguro de cualquier amenaza externa.

Desde ese día, el monstruo se convirtió en el mejor amigo de las hadas y juntos trabajaron para embellecer aún más el bosque encantado. Aprendieron que nunca debían juzgar a alguien por su apariencia exterior y que la verdadera bondad reside en el corazón de cada ser vivo.

Y así, entre risas y canciones mágicas, las hadas encontraron en aquel antiguo —"monstruo"  un aliado fiel e inesperado que les recordaría siempre la importancia de ver más allá de las apariencias para descubrir la verdadera esencia de cada ser fantástico que habita en los rincones más profundos del bosque encantado.

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