El secreto del orden de Juana Martín


Había una vez en un pequeño pueblo argentino, una niña llamada Juana Martín a quien le encantaba cocinar. Desde muy pequeña pasaba horas en la cocina de su casa experimentando con recetas nuevas y sabores exóticos.

Sin embargo, había algo que siempre parecía escapársele de las manos: mantener el orden en sus utensilios. Cada vez que Juana Martín terminaba de cocinar, la cocina quedaba hecha un desastre.

Los cucharones estaban mezclados con los tenedores, las ollas estaban por el piso y los platos sucios se acumulaban en la pileta. A pesar de las constantes advertencias de su mamá para que fuera más ordenada, Juana Martín parecía no prestarle atención y seguía cocinando como si nada.

Un día, mientras preparaba una torta para el cumpleaños de su mejor amiga Sofía, Juana Martín se encontró con un problema inesperado: no podía encontrar el batidor entre tanto desorden en la cocina.

Buscó por todos lados sin éxito hasta que finalmente se dio por vencida y decidió salir a comprar uno nuevo. Al regresar a casa con el nuevo batidor, Juana Martín se detuvo frente a la puerta de la cocina y observó el caos que reinaba allí adentro.

Fue entonces cuando recordó las palabras de su abuelita: "Una buena cocinera no solo sabe preparar deliciosos platillos, sino también mantener ordenado su espacio de trabajo". Decidida a cambiar su actitud, Juana Martín se puso manos a la obra.

Comenzó organizando sus utensilios por categorías: los cucharones juntos, los tenedores separados y las ollas apiladas ordenadamente. Luego limpió cada rincón de la cocina y lavó todos los platos sucios que había acumulado durante días.

Cuando terminó, Juana Martín se sintió tan orgullosa del cambio que había logrado que decidió invitar a Sofía a merendar para celebrar juntas.

Al entrar a la cocina, Sofía quedó sorprendida al ver todo impecable y preguntó asombrada:- ¿Qué ha pasado aquí? ¡La cocina parece otra! Juana Martín sonrió emocionada y le contó lo ocurrido mientras compartían la deliciosa torta recién horneada.

Desde ese día en adelante, Juana Martín comprendió lo importante que era mantener ordenado su espacio de trabajo y nunca más volvió a dejar sus utensilios desperdigados por ahí. Y así, entre risas y buenos momentos compartidos en aquella cocina ahora ordenada, Juana Martín siguió explorando su pasión por la gastronomía con mucha más responsabilidad y cuidado.

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