El secreto del pajarito herido


En un hermoso día de primavera, Tomás y Sofía se despertaron con una sonrisa en el rostro. La luz del sol entraba por la ventana y las aves cantaban alegremente afuera.

- ¡Sofía, vamos a salir a jugar al patio! -exclamó Tomás emocionado. - ¡Sí, sí! ¡Me encanta jugar afuera cuando hace buen tiempo! -respondió Sofía mientras se ponía sus zapatillas. Los dos amigos salieron corriendo al patio y se encontraron con un lugar lleno de colores y vida.

Las flores estaban en plena floración, las mariposas revoloteaban de un lado a otro y el aire fresco soplaba suavemente. - ¿Qué juegos vamos a hacer hoy? -preguntó Sofía, mirando a su amigo con curiosidad.

- Podríamos jugar al escondite entre las plantas o tal vez armar una carrera de obstáculos con ramas y piedras. ¿Qué te parece? -propuso Tomás con entusiasmo. Sofía asintió emocionada y los dos comenzaron a planificar su día de diversión en el patio.

Sin embargo, justo cuando estaban por empezar a jugar, escucharon un ruido extraño proveniente del fondo del jardín. - ¿Qué será eso? -preguntó Sofía, frunciendo el ceño preocupada.

Tomás se acercó lentamente hacia el origen del ruido y descubrió que era un pajarito atrapado entre unas ramas. El pobre animalito no podía volar y parecía necesitar ayuda urgente. - ¡Tenemos que ayudarlo! -exclamó Tomás decidido, mientras buscaba una forma de rescatar al pajarito.

Con cuidado, lograron liberar al pequeño pájaro y lo sostuvieron en sus manos con delicadeza. El animalito los miraba con gratitud e intentaba mover sus alas débiles. - Creo que está lastimado... ¿Qué podemos hacer para ayudarlo? -preguntó Sofía preocupada por la situación.

Tomás recordó que su mamá tenía experiencia cuidando animales heridos y decidió llevar al pajarito hasta su casa para pedirle ayuda. Con mucho cuidado lo colocaron en una caja acolchada y emprendieron el camino hacia la casa de Tomás.

Al llegar, la mamá de Tomás les explicó cómo podían cuidar al pajarito herido hasta que estuviera recuperado.

Les enseñó a darle agua y comida adecuada, así como también le proporcionó un lugar cálido donde descansar mientras sanaba sus alas lastimadas. Días después, el pajarito estaba completamente recuperado gracias al amoroso cuidado de Tomás y Sofía. Juntos aprendieron la importancia de ayudar a los animales necesitados y sintieron una gran satisfacción por haber salvado una vida indefensa.

Desde ese día en adelante, cada vez que salían a jugar en el patio recordaban la valiosa lección aprendida: siempre hay oportunidades para ser amables y generosos con quienes más lo necesitan.

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