El Secreto del Pequeño Pueblo



En un soleado día de primavera, Rosa, una abuela cariñosa de cabello plateado, se sentó en su cómoda mecedora junto a su nieta, Valentina. La casa estaba llena de risas, y el aroma de unas galletitas recién horneadas flotaba en el aire. Valentina miraba a su abuela con curiosidad y emoción.

"Abuela, ¿puedes contarme otra historia de cuando eras psicóloga?" - pidió Valentina, con los ojos brillantes.

Rosa sonrió, recordando viejos tiempos. "Claro, Valen. Te contaré sobre una experiencia mágica que tuve en un pequeño pueblo llamado Armonía. Era un lugar donde los días parecían danzar con el viento, lleno de flores y risas. Me mudé allí para ayudar a los niños y las familias a comprenderse mejor a sí mismos."

Valentina quedó fascinada. "¿Y qué pasó, abuela?" - preguntó.

"Una tarde, conocí a un niño llamado Mateo. Él era muy tímido y apenas hablaba con los demás. La gente del pueblo decía que era un ‘niño mudo’. Pero yo sentía que había algo especial en él. Entonces, le propuse un juego de dibujo. La idea era que cada uno hiciera un dibujo de su lugar feliz. Mire, Valen, yo dibujé un campo con girasoles y un arcoíris. Cuando le pregunté a Mateo qué había dibujado, me mostró un hermoso paisaje con una cabaña y un lago" - narró Rosa, mientras gesticulaba emocionadamente.

"¿Y él, abuela?" - interrumpió Valentina.

"Mateo me dijo que su lugar feliz era un secreto. Cuando lo presioné un poco, me confesó que en ese lago mágico, sus juguetes cobraban vida. Así que, decidí llevarlo a un día de juego" - continuó Rosa. "Le dije que un día iríamos a ese lago, y él sonrió por primera vez. Para mí, eso fue un gran triunfo. Pero aquí viene el giro de la historia. Una tarde, en el lago, nos encontramos con un grupo de niños que tenían muchísimas ganas de hacer amigos, pero estaban atemorizados por no conocer a Mateo. Entonces, se me ocurrió una idea. Le pedí a Mateo que usara su dibujo como mapa del tesoro, y que se lo mostrara a los demás. Él miró confundido, pero aceptó desearamente".

Valentina, entusiasmada, dijo: "Y así lo hizo, ¿verdad?" -

"Exactamente. Mateo, con una sonrisa radiante, empezó a mostrar su dibujo. Los otros niños se sintieron intrigados y decidieron seguir a Mateo. De repente, el lago estaba lleno de risas. Los juguetes cobraron vida, y juntos empezaron a jugar" - dijo Rosa, con los ojos brillando, recordando la felicidad del momento.

"¿Y qué aprendió Mateo, abuela?" - preguntó Valentina, ansiosa por conocer el desenlace.

"Mateo entendió que sus secretos estaban llenos de magia y que compartirlos lo hacía aún más especial. No solo hizo amigos, sino que también aprendió que a veces, lo que más anhelamos se encuentra en compartir nuestros secretos y alegrías con los demás" - explicó Rosa.

"Así que, ¿el lago realmente existía?" - cuestionó Valentina, un poco escéptica pero intrigada.

"Ese es el misterio, mi amor. El lago puede que solo existía en la imaginación de Mateo, o quizás, en todos los corazones de los niños que jugaban juntos. Ese día, todos aprendieron que la amistad se construye con confianza, y que todos tenemos un lago secreto dentro de nosotros, lleno de posibilidades" - finalizó Rosa, viendo cómo el rostro de Valentina se iluminaba con cada palabra.

"¡Quiero ir a ese lago mágico contigo, abuela!" - exclamó Valentina, llenando sus ojos de chispa.

"Podemos crearlo aquí mismo, en nuestro jardín. Cada vez que compartimos una risa o un secreto, un pequeño lago se forma entre nosotras" - dijo Rosa, abrazando a su nieta. "Porque el verdadero tesoro, querida Valen, es saber que podemos ser nosotros mismos y compartir nuestra magia con los demás".

Desde aquel día, Valentina decidió que crearía su propio lago mágico cada vez que jugara con sus amigos, recordando siempre la importante lección que le había enseñado su amada abuela, y así, la historia del pequeño pueblo de Armonía quedó guardada en su corazón, como un bello secreto lleno de amistad y magia.

FIN.

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