El Secreto del Placard Mágico
En un pequeño departamento de Buenos Aires vivía Sofía, una niña curiosa y soñadora. Un día, mientras exploraba su placard, tropezó con un objeto brillante que la llevó a una aventura increíble.
—¡Ay, qué es esto! — exclamó Sofía, al descubrir una antigua máquina de escribir cubierta de polvo y telarañas.
El artefacto parecía tener vida propia, y desde el momento en que lo tocó, una cálida luz iluminó la habitación.
—Hola, Sofía— dijo la máquina, con una voz suave y melodiosa.
—¡¿Puede hablar? ! — preguntó Sofía, con los ojos bien abiertos.
—Así es. Soy la Máquina de Escribir Mágica. Cada palabra que escribas aquí cobrará vida.
Sofía, emocionada, comenzó a escribir.
—Érase una vez un diente de león, que soñaba con volar— leyó en voz alta. Al instante, un diente de león apareció en la habitación, danzando en el aire.
—¡Mirá! — grito Sofía, brincando de alegría. Pero entonces, una ráfaga de viento lo llevó hacia la ventana. El diente de león se asustó.
—¡Ay, no! — gritó Sofía.
—Tranquila, aquí viene el aire acondicionado, puede ayudarlo— sugirió la máquina.
—¿El aire acondicionado? — Sofía miró hacia la esquina sobrecogida por la situación.
La pequeña se acercó y encendió el aire acondicionado, que empezó a mover el diente de león de un lado a otro, calmándolo.
—Gracias, aire acondicionado— dijo el diente de león, recuperando el control. Y en lugar de caer, voló hacia la ventana.
—Voy a un lugar donde puedo hacer muchos amigos en el viento, ¡gracias! — gritó mientras se iba.
Sofía sonrió, sintiendo una felicidad inmensa.
—¿Qué más puedo crear? — preguntó con una chispa de entusiasmo.
La máquina le respondió.
—Todo lo que desees, pero debes aprender a ser responsable con las palabras, ya que tienen poder.
Sofía pensó por un momento y luego escribió:
—Una luz mágica que ilumine la noche.
Con un destello, una hermosa luz flotante apareció en el aire.
—¡Guau! Esto es increíble— Sofía se maravilló.
Pero pronto se dio cuenta de que la luz estaba subiendo muy alto, demasiado para alcanzarla.
—¡Baja! — gritó, pero la luz seguía viajando cada vez más lejos.
—No puedo controlarla— dijo la máquina con seriedad.
—¡¿Qué debo hacer? !
—Tienes que pensar en lo que realmente necesitas, Sofía. Escribe algo amable y que venga del corazón.
Sofía cerró los ojos, respiró hondo y escribió:
—Una luz que me guíe hacia mis sueños.
La luz mágicamente volvió y formó una pequeña estrella que iluminó su habitación.
—Ahora, tu luz te guiará— le dijo la máquina.
—Gracias, ahora entiendo— dijo un poco más tranquila.
Así, Sofía siguió creando cosas maravillosas, aprendiendo a utilizar su imaginación de manera responsable. Con cada palabra, estaba construyendo un mundo lleno de amigos, luces y risas.
Cada vez que una historia terminaba, un nuevo sueño comenzaba, y la máquina se convirtió en su fiel compañera en las aventuras llenas de palabras.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Pero para Sofía, cada día era una oportunidad para escribir otra nueva historia, una historia que podía llevar a otros a un mundo lleno de magia y aprendizajes.
—Recuerda, las palabras son poderosas— le dijo la máquina un día. —Usalas con amor y cuidado, y crearás un mundo hermoso.
—¡Lo haré! — respondió Sofía, llena de determinación mientras miraba su placard mágico, donde todo era posible.
Fin.
FIN.