El secreto del pollito perdido



Había una vez en la granja de Don Manuel, un simpático y travieso perrito llamado Fara. Fara era muy curioso y le encantaba explorar cada rincón de la granja, pero su mayor debilidad eran los huevos.

Le parecían tan deliciosos que no podía resistirse a la tentación de querer comérselos. Una mañana soleada, mientras Don Manuel recogía los huevos frescos del gallinero, Fara lo observaba con ojos brillantes y salivando.

Se acercó sigilosamente y justo cuando Don Manuel dejó una cesta llena de huevos sobre la mesa, Fara aprovechó para tomar uno con mucho cuidado y salir corriendo. "¡Fara, vuelve aquí inmediatamente con ese huevo!" -gritó Don Manuel persiguiéndolo por toda la granja.

Fara corría velozmente esquivando obstáculos y saltando charcos hasta llegar al bosque cercano.

Allí se detuvo para saborear el huevo robado, pero algo sorprendente sucedió: ¡del huevo salió un pollito recién nacido!"¡Oh no! ¿Qué he hecho?" -exclamó Fara arrepentido al ver al pequeño pollito indefenso. El pollito piaba débilmente buscando a su madre, pero ella estaba ocupada en el gallinero sin darse cuenta de lo ocurrido.

Fara sintió un nudo en la garganta por haberle quitado al pollito la oportunidad de crecer junto a su mamá. Decidido a enmendar su error, Fara tomó al pollito con cuidado en su hocico y corrió de regreso a la granja.

Al llegar allí, buscó desesperadamente a la mamá gallina entre las demás aves hasta encontrarla cacareando angustiada. "Mira lo que hice... Lo siento mucho", dijo Fara depositando al pollito cerca de su madre.

La mamá gallina reconoció a su cría perdida y emocionada lo abrazó con sus alas protectoras. El resto de las gallinas rodearon al nuevo integrante con curiosidad y alegría mientras Don Manuel observaba la escena conmovido por el gesto noble de Fara.

Desde ese día, Fara aprendió que no está bien tomar lo que no nos pertenece y que nuestras acciones pueden tener consecuencias inesperadas en otros seres vivos.

A cambio de su arrepentimiento sincero, el pollito se convirtió en el amigo inseparable de Fara, juntos exploraban la granja cuidando siempre de mantenerse lejos del gallinero. Y así, entre travesuras y aventuras compartidas, Fara descubrió que el verdadero valor no está en lo material que podemos obtener sino en los vínculos afectivos que creamos con quienes nos rodean.

Y colorín colorado este cuento ha terminado.

FIN.

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