El secreto del recreo feliz



En el colegio Alborada, todos los niños eran felices, excepto por un pequeño detalle: no sabían jugar en el recreo. Martín, Sofía y Mateo veían a sus compañeros correr, saltar y reír, pero ellos se quedaban en un rincón, sin saber cómo unirse a la diversión.

Un día, la maestra Ana les propuso un desafío: encontrar el secreto del recreo feliz. Los tres amigos se miraron emocionados y decidieron aceptar el reto. Comenzaron a observar a los demás niños, intentando descubrir qué los hacía tan felices durante el recreo.

Después de varios intentos fallidos, Martín tuvo una brillante idea. Recordó que su abuelo le había enseñado a jugar a las escondidas y pensó que sería una excelente forma de unirse a sus compañeros. Les explicó su plan a Sofía y Mateo, y juntos practicaron durante varios días.

Llegó el siguiente recreo, y Martín, Sofía y Mateo se escondieron emocionados, listos para ser encontrados. Los demás niños notaron su ausencia y, curiosos, comenzaron a buscarlos. Fue entonces cuando los tres amigos descubrieron que habían encontrado el secreto del recreo feliz: ¡la cooperación y la imaginación!

Los niños del colegio Alborada comenzaron a unirse a Martín, Sofía y Mateo en un emocionante juego de escondidas. Pronto, todos los demás juegos y risas se contagiaron, haciendo que cada recreo fuera realmente feliz para todos.

Al final del día, la maestra Ana los felicitó por haber descubierto el secreto del recreo feliz. Martín, Sofía y Mateo se miraron con una sonrisa en los labios, sabiendo que habían encontrado algo mucho más valioso que simplemente saber jugar: habían descubierto la importancia de la amistad, la creatividad y la unión en la diversión.

FIN.

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