El Secreto del Río Fucha
En el barrio Ciudad Jardín había un río mágico llamado Fucha. Sus aguas eran cristalinas y, en días soleados, brillaban como diamantes. Sin embargo, en los últimos años, algo había cambiado. La gente del barrio, y algunas personas sin hogar que pasaban por ahí, comenzaron a arrojar basura y residuos al río. Un día, el pequeño Lucas decidió que ya era hora de actuar.
"¡Mirá cómo quedó el río! ¡No podemos dejar que siga así!" - exclamó Lucas a su mejor amiga, Sofía, mientras se asomaban a la orilla. "Tenés razón, Lucas. Este lugar es especial, deberíamos hacer algo." - le respondió Sofía, preocupada.
Un día, Lucas y Sofía decidieron organizar un gran día de limpieza en el barrio. Hablaron con su maestro y juntos crearon un plan. Invitaron a todos los vecinos y se dispusieron a hacer carteles coloridos que decían: "¡Cuidemos el Río Fucha!" y "¡Un río limpio es un río feliz!".
El sábado llegó, y con él, el clima perfecto. Niños, adultos y ancianos, todos se reunieron en la plaza del barrio.
"¡Vamos a limpiar!" - gritó Lucas emocionado. "¡Traigan guantes y bolsas!" - agregó Sofía con una gran sonrisa.
Comenzaron el día recogiendo la basura que había en la orilla. Mientras trabajaban, contaron anécdotas, canciones y hasta pequeñas historias sobre el río. Las risas y los gritos de emoción llenaban el aire.
En medio de la limpieza, se dieron cuenta de que entre la basura habían encontrado cosas muy curiosas:
"¡Mirá esto!" - dijo Lucas al levantar un viejo zapato. "¿Qué estará haciendo aquí?" - preguntó Sofía, riendo.
Después de varias horas de trabajo, el río Fucha comenzó a recuperarse. Sus aguas volvían a brillar, y la vida comenzaba a regresar. Los patos y peces empezaron a aparecer, como si celebraran la limpieza del río.
"¡Mirá Sofía! ¡Los patitos volvieron!" - exclamó Lucas.
Pero no todo fue fácil. Un vecino, don Eladio, se acercó a ellos con aire de reproche.
"¿Por qué hacen esto? No sirve de nada, el río siempre se va a ensuciar de nuevo. No vale la pena." - les dijo con desánimo.
"¡No te rindas, don Eladio!" - respondió Lucas, entusiasta. "Si todos hacemos un esfuerzo y cuidamos juntos el río, ¡seguro que podemos lograrlo!" -
Poco a poco, los vecinos se unieron al entusiasmo de los niños. Hasta don Eladio decidió participar, y al final del día, la sonrisa en su rostro era inconfundible.
Al finalizar la jornada, los vecinos decidieron hacer reuniones mensuales para mantener el río limpio y hablar sobre otras formas de cuidar el barrio. Lucas y Sofía se sintieron orgullosos. Habían hecho una gran diferencia, y el río Fucha volvió a cobrar vida.
Pero la historia no terminó ahí. Los días siguientes, los niños del barrio empezaron a notar que algunos adultos seguían arrojando basura. Entonces Lucas tuvo otra gran idea.
"¿Y si hacemos una obra de teatro?" - sugirió un día. "Podemos contar la historia del río y la importancia de cuidarlo." - Sofía aplaudió emocionada.
Así fue como organizaron la obra "El Secreto del Río Fucha". Invitaron a todos los vecinos y el día de la presentación, la plaza estaba repleta. Lucas y Sofía junto a sus amigos actuaron con entusiasmo.
Al terminar la obra, el público aplaudió con fuerza. Don Eladio, quien había sido muy crítico al principio, se levantó y dijo: "Gracias, chicos. Ustedes me han enseñado que todos podemos hacer algo. Voy a comprometerme a no arrojar más basura y a hablar con mis amigos sobre el cuidado del río."
Con el corazón lleno de alegría, Lucas y Sofía sabían que habían logrado algo maravilloso. No solo habían limpiado el río, sino que también enseñaron a sus vecinos la importancia de cuidar la naturaleza. El río Fucha, ese mágico recurso de su barrio, brillaba nuevamente, y ya nada sería igual.
Desde entonces, Ciudad Jardín se llenó de iniciativas para cuidar el medio ambiente, y el río Fucha se convirtió en un símbolo de unidad y amor por la naturaleza.
Todo gracias a la amistad y la valentía de dos pequeños que decidieron luchar por su hogar.
FIN.