El secreto en el jardín de Lara
Había una vez una niña llamada Lara que estaba a punto de nacer. Su mamá, emocionada por tenerla en sus brazos pronto, mantenía en secreto la noticia de su embarazo junto con su papá.
Un día, mientras estaban todos reunidos en casa de los abuelos Monse y Rafa, ocurrió algo inesperado. Lara estaba jugando en el jardín cuando tropezó con algo brillante entre las flores.
Al agacharse para reagarrarlo, se dio cuenta de que era un pequeño palito con dos rayitas rosadas. Sin saber qué significaba, corrió hacia su mamá y le entregó el objeto. - ¡Mamá! ¡Mira lo que encontré en el jardín! -exclamó Lara emocionada.
La mamá de Lara tomó el palito y al ver las dos rayitas rosadas, sus ojos se llenaron de lágrimas de alegría. Sin embargo, no esperaba revelar la noticia de esa manera tan peculiar. - ¿Qué es eso? -preguntó curioso el papá de Lara al acercarse.
- Es una prueba de embarazo positiva. ¡Estamos esperando un bebé! -dijo la mamá con emoción. Todos quedaron sorprendidos y felices con la noticia.
La abuela Monse soltó un grito emocionado y comenzó a abrazar a todos en medio del júbilo familiar. - ¡Felicidades! ¡Serán unos excelentes padres! -dijo el abuelo Rafa con una sonrisa tierna.
La tía Bárbara y el tío Abel no podían contener su emoción y empezaron a hacer planes para recibir al nuevo miembro de la familia. Todos estaban ansiosos por conocer a Lara antes siquiera de nacer. A partir de ese día, Lara se convirtió en la princesa consentida del hogar.
Todos le cantaban canciones dulces para arrullarla desde la pancita y le contaban historias maravillosas sobre todas las aventuras que vivirían juntos cuando ella llegara al mundo.
Los días pasaron volando hasta que finalmente llegó el momento tan esperado: Lara nació sana y hermosa en medio del amor y la alegría desbordante de toda su familia reunida en el hospital para recibirla. Desde ese día, Lara creció rodeada del cariño inmenso que le brindaban sus padres, abuelos, tíos y demás seres queridos.
Creció feliz sabiendo que fue deseada desde antes incluso de existir oficialmente; aprendió valores fundamentales como amor, respeto y solidaridad gracias al ejemplo constante que recibía cada día en casa.
Y así, entre juegos, risas y momentos especiales compartidos en familia, Lara creció convirtiéndose no solo en una niña extraordinaria sino también en un ser humano increíblemente bondadoso e inspirador para todos los que tuvieron la dicha de conocerla.
Y aunque aquella prueba positiva haya sido encontrada por casualidad entre las flores del jardín aquel día especial; sin duda alguna marcó el inicio de una historia llena magia e infinito amor familiar donde cada uno tenía un papel fundamental dentro del cuento más importante: El cuento real llamado "La vida misma".
FIN.