El Secreto Encantado
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una abuela llamada Graciela y su nieta Joaqui. Graciela era una abuela muy divertida y siempre buscaba maneras creativas de pasar tiempo con Joaqui.
Un soleado día de verano, la abuela Graciela tuvo una idea emocionante. Le propuso a Joaqui jugar a las escondidas en el jardín trasero. La pequeña Joaqui se emocionó al instante y rápidamente se tapó los ojos con sus manitas pequeñas. "Uno, dos, tres...
¡Ya voy!" -gritó la niñita mientras comenzaba a buscar a su querida abuela. La abuela Graciela aprovechó ese momento para correr hacia el bosquecito que estaba detrás del jardín.
Los árboles altos y frondosos parecían ofrecer el lugar perfecto para esconderse. Mientras tanto, Joaqui buscaba por todos lados sin éxito alguno. Pasaron unos minutos y la pequeña seguía sin encontrar a su abuela. Comenzó a preocuparse un poco, pero decidió no rendirse.
Siguió buscando por cada rincón del jardín con determinación y curiosidad. De repente, mientras caminaba cerca de los arbustos más altos del jardín, escuchó un ruido extraño proveniente del bosquecito. Era como si alguien estuviera susurrando su nombre. "Joaquiiii... Joaquiiii...
" -susurraban las hojas movidas por el viento. Intrigada por aquel misterioso sonido, la niñita decidió adentrarse en el bosquecito. Mientras avanzaba entre los árboles, descubrió un camino de piedras pintadas con colores brillantes.
Era como si alguien hubiera dejado un rastro para que ella lo siguiera. Sin dudarlo, Joaqui comenzó a seguir las piedras mientras se maravillaba con el hermoso paisaje del bosque.
El sol se filtraba entre las hojas de los árboles, creando sombras danzantes en el suelo cubierto de musgo.
Después de caminar un poco más, Joaqui llegó a una pequeña pradera donde vio algo muy especial: ¡un grupo de animales jugando y riendo! Había conejos saltarines, ardillas curiosas y hasta una familia de pájaros cantores. "¡Hola! ¿Quiénes son ustedes?" -preguntó Joaqui con una sonrisa llena de emoción. Los animales respondieron entusiasmados y le explicaron que ellos también estaban jugando a las escondidas.
Les encantaba divertirse juntos en medio del bosque y siempre buscaban nuevas formas de pasar tiempo juntos. La niñita se divirtió muchísimo junto a sus nuevos amigos animals y emplumados.
Jugaron carreras por la pradera, saltaron sobre troncos caídos e incluso construyeron una casita con ramitas y hojas secas. Mientras tanto, la abuela Graciela había salido detrás de los arbustos pensando que ya era hora de revelarse antes de que su nieta se preocupara demasiado. Pero cuando salió al jardín trasero...
¡no encontró a Joaqui por ninguna parte! La abuela comenzó a buscar desesperada y llamaba a su nieta, pero no había rastro de ella. Estaba a punto de llamar a los padres de Joaqui cuando escuchó risas provenientes del bosquecito.
Corrió hacia allí y se encontró con la escena más hermosa que jamás había visto: su nieta jugando felizmente con los animales del bosque.
La abuela Graciela sintió una mezcla de alivio y alegría al ver que Joaqui estaba segura y disfrutando de un momento mágico en compañía de sus nuevos amigos. "¡Joaqui! ¡Aquí estás! ¿Cómo te has metido en medio del bosque?" -preguntó la abuela mientras abrazaba cariñosamente a su nieta.
Joaqui le explicó emocionada todo lo que había vivido, desde el camino de piedras hasta el encuentro con los animales. La abuela Graciela sonrió y le dio las gracias a los animalitos por cuidar tan bien de su nieta.
A partir de ese día, la abuela Graciela y Joaqui visitaron regularmente el bosquecito para jugar con sus nuevos amigos. Aprendieron sobre la importancia de explorar, hacer nuevas amistades y disfrutar juntos momentos llenos de diversión y aventura.
Y así, cada vez que jugaban a las escondidas en el jardín trasero, recordaban aquel día especial en el bosquecito donde descubrieron un mundo lleno de magia y amistad.
FIN.