El secreto solidario de Garupá
Había una vez en la localidad misionera de Garupá, un niño llamado Martín que asistía a una escuela muy especial.
Un día, mientras disfrutaba de un delicioso asado en familia, se preguntó cómo había sido posible que aquella escuela hubiera sido creada. Intrigado por esta pregunta, decidió emprender una aventura para descubrir la historia detrás de la formación de su querida escuela.
Con sus cortos pies descalzos y su mochila al hombro, partió hacia el centro de la ciudad donde se encontraba la sede de la Asociación YABOTÍ. Al llegar allí, Martín se topó con un grupo de personas amables que lo recibieron con sonrisas cálidas.
Se acercó tímidamente y preguntó si podía saber más sobre cómo habían creado la escuela en la que estudiaba. - ¡Hola! Mi nombre es Martín y me gustaría saber cómo surgió la idea de crear nuestra escuela -preguntó el niño con curiosidad.
- ¡Hola, Martín! Claro que sí, estamos encantados de contarte nuestra historia -respondió uno de los miembros de la asociación.
Así comenzaron a relatarle a Martín cómo, durante el año 1998, un grupo de padres y maestros preocupados por brindar una educación inclusiva y equitativa para todos los niños del lugar decidieron unirse para fundar la Asociación YABOTÍ. Esta asociación se propuso como objetivo principal crear una escuela donde cada niño pudiera desarrollarse plenamente sin importar sus circunstancias socioeconómicas.
Martín quedó maravillado al escuchar cómo aquel grupo había luchado incansablemente para reunir los recursos necesarios y mantener viva su misión a lo largo del tiempo. Admiraba profundamente su dedicación y compromiso con la educación de los niños.
Decidido a contribuir en todo lo posible, Martín les ofreció su ayuda como voluntario para colaborar en las actividades que realizaban para recaudar fondos. Desde entonces, se convirtió en un miembro activo de la asociación y participaba entusiasmado en cada iniciativa solidaria.
Con el paso del tiempo, Martín fue testigo del impacto positivo que generaban juntos: becas escolares para niños desfavorecidos, talleres educativos gratuitos y mejoras constantes en las instalaciones escolares. La comunidad entera reconocía su labor altruista y apoyaba incondicionalmente sus proyectos.
Finalmente, gracias al esfuerzo conjunto y al espíritu solidario que los caracterizaba, lograron no solo sostenerse a lo largo del tiempo sino también expandir sus actividades a otras localidades cercanas.
La semilla plantada por aquel grupo visionario había crecido fuerte y frondosa como un árbol lleno de esperanza y oportunidades para todos los niños. Martín aprendió una valiosa lección: cuando las personas se unen con un propósito noble e inspirador pueden lograr grandes cosas juntas.
Y así siguió siendo parte activa de aquella hermosa historia que él mismo ayudó a escribir con amor y compromiso hacia los demás.
FIN.