El Semáforo Mágico



Era una vez, en una colorida ciudad llamada Arcoíris, un semáforo muy especial. Este semáforo no solo regulaba el tráfico, sino que también podía hablar y tenía una gran misión: educar a todos sobre la importancia de respetar las señales de tránsito.

Un día soleado, el pequeño Tomás, un niño curioso y aventurero, estaba caminando hacia la escuela con su amigo Lucas. Cuando llegaron a la esquina donde estaba el semáforo, Tomás se detuvo y dijo:

"Lucas, mira ese semáforo tan raro. Nunca lo había visto así. Parece que brilla más que los demás. ¿Qué decís?"

De repente, el semáforo habló con una voz suave y amigable:

"¡Hola, chicos! Soy Semáforo, y tengo una misión muy importante. Soy mágico y puedo ayudarles a aprender sobre la seguridad en la calle."

Tomás y Lucas se miraron sorprendidos, pero también emocionados.

"¿Mágico? ¿En serio?" - preguntó Lucas.

"Sí!" - respondió Semáforo. "Quiero que juntos viajemos por el mundo de las señales de tránsito. ¡Prepárense!"

Con un parpadeo luminoso, el semáforo los envolvió en un destello de luz y, en un instante, se encontraron en un lugar lleno de colores y señales brillantes. Había un enorme cartel que decía 'RESPETA LAS SEÑALES'.

"Bienvenidos a la Tierra de las Señales de Tránsito" - anunció Semáforo. "Debemos aprender sus secretos y por qué son tan importantes."

Mientras exploraban, se encontraron con una señal de stop que parecía triste. Tomás se acercó y le preguntó:

"¿Por qué estás triste, señora Stop?"

"Porque muchos conductores no me escuchan. No se detienen y eso puede causar accidentes" - respondió la señal con un suspiro.

Lucas pensó en lo que decía la Señal Stop y dijo:

- “Eso suena peligroso. ¿Qué podemos hacer para ayudar?"

"Respeten las señales y puedan contar a otros lo importante que es hacerlo. Antes de cruzar la calle, siempre hay que mirar a ambos lados" - dijo la Señal Stop con una sonrisa esperanzadora.

Semáforo asintió y agregó:

"Así es, chicos. Cada vez que alguien respeta una señal, se protegen a sí mismos y a los demás. Ahora, ¡sigamos aprendiendo!"

Continuaron su aventura y llegaron a una intersección con varios semáforos y señales. Al ver a un grupo de animales cruzar la calle sin mirar, el semáforo se preocupó.

"¡Espera! ¡Déjalos saber lo importante que es respetar las señales!" - exclamó Semáforo.

Tomás y Lucas se acercaron a los animales:

"¡Oigan! Es peligroso cruzar sin mirar. Siempre deben esperar a que se ponga el verde, o ver que la Señal Stop esté activa!" - avisaron los chicos.

Los animales se detuvieron y miraron a los humanos sorprendidos:

- “¿En serio? Nunca lo habíamos pensado de esa manera. ¡Gracias por la advertencia!" - dijeron.

Finalmente, Semáforo sonrió y dijo:

"¡Muy bien hecho, chicos! Acaban de cumplir con la parte más importante de mi misión: educar a otros sobre la seguridad."

De repente, el tiempo pasó volando y pronto Tomás y Lucas se encontraron de vuelta en la esquina de su escuela. El semáforo parpadeó una vez más y les dijo:

"Los dejo, pero recuerden: siempre respeten las señales de tránsito. ¡Son esenciales para que todos estemos a salvo!"

"¡Lo prometemos!" - gritaron los chicos mientras Semáforo desaparecía en un destello de luz.

Desde ese día, Tomás y Lucas se convirtieron en los mejores embajadores de la seguridad vial. Contaban su aventura en la Tierra de las Señales a todos sus amiguitos y siempre recordaban esperar el verde.

Y así, el mágico Semáforo continuó su misión, inspirando a niños y adultos para que todos aprendieran a cuidar de sí mismos y de los demás en las calles de Arcoíris.

FIN.

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