El Semáforo y la Paloma
En una esquina de la bulliciosa ciudad, se encontraba un semáforo llamado Poemas. Aunque Poemas era un semáforo corto de vista y no podía ver claramente los colores que mostraba, sabía que su trabajo era muy importante: ayudar a la gente a cruzar la calle a salvo. Todos los días, se sentía orgulloso de ver cómo los automovilistas se detenían y los peatones cruzaban con cuidado.
Un día, mientras Poemas cambiaba de color, conoció a una paloma llamada Pía. Ella volaba alrededor de la zona, coqueta y alegre, buscando migajas de pan que a veces los niños dejaban caer.
"Hola, semáforo. ¿Por qué siempre estás en el mismo lugar?" - preguntó Pía, aterrizando sobre el borde de la base de Poemas.
"Hola, Pía. Aquí estoy, porque debo ayudar a los demás a cruzar. Pero a veces me gustaría ver el mundo como tú.¿Y tú? ¿Por qué vuelas tanto?" - respondió Poemas con voz amistosa.
"Oh, mi querido amigo, el cielo es hermoso y me encanta recorrerlo. Pero siempre me siento sola sin alguien con quien compartir mis aventuras. ¡Podríamos ser amigos!", propuso Pía emocionada.
Desde ese día, Pía visitó a Poemas todos los días. Ella le contaba sobre sus vuelos, las vistas desde las altas azoteas y las distintas personas que veía mientras pescaba migas en el parque cercano.
"¿Sabías que hay un niño que siempre trae pan a los patitos?" - decía Pía.
"¡Qué lindo!" - respondía Poemas, imaginando el rostro alegre del niño.
"Y hay una mujer que siempre canta mientras pasea a su perro, ¡es muy divertido!" - continuaba Pía.
Pero un día, algo cambió. Un grupo de patos se escapó del estanque y decidió cruzar la calle. Poemas, confundido por su corto de vista, no pudo detectar el peligro inminente.
"¡Pía! ¡Los patos van a cruzar! ¿Qué hago?" - gritó Poemas, sintiéndose nervioso.
"¡Yo te ayudaré! Mira hacia el lado izquierdo, ahí vienen los autos. Tienen que parar, tú eres un semáforo. ¡Es tu trabajo!" - dijo Pía, volando rápido frente a los patos.
Justo en ese momento, un niño comenzó a cruzar la calle sin darse cuenta del peligro.
"¡Detente!" - gritó Pía en un tono apremiante. El niño se detuvo y miró hacia todos lados.
"¡Poemas! ¡Cambia tu luz a rojo!" - exclamó Pía. Con su consejo y urgencia, Poemas hizo su mejor esfuerzo y su luz brilló de un rojo intenso.
Los autos se detuvieron, y los patos, guiados por Pía, cruzaron la calle con éxito.
"¡Lo hiciste, Poemas!" - exclamó Pía, dando giros en el aire.
"Gracias a ti, Pía. Sin tu ayuda, podría haber pasado algo grave" - respondió Poemas, sintiéndose aliviado.
Desde ese día, Poemas se volvió más confiado. Aunque todavía no podía ver bien, sabía que podía contar con su amiga Pía y su perspectiva desde lo alto.
Con el tiempo, juntos crearon un plan: cada vez que Pía veía que alguien parecía confundido o había algo peligroso, lo comunicaba a Poemas. Él entonces estaba preparado para cambiar su luz y avisar a todos.
Así, el semáforo aprendió a tener fe en su amigo volador, y Pía comprendió que incluso los que parecen tener limitaciones pueden ser valiosos en su propia manera. Juntos, se convirtieron en el mejor equipo de la ciudad.
"¡Es una gran amistad!" - comentó Poemas.
"Sí, y creo que el cielo y la tierra necesitan de nuestros ojos y colores juntos" - sonrió Pía, mientras se preparaba para otro vuelo.
Y así, la historia de Poemas y Pía se convirtió en leyenda entre los habitantes de la ciudad, recordando siempre que la amistad, sin importar las diferencias, puede hacer del mundo un lugar más seguro y feliz.
FIN.