El sendero del pajarito herido



Había una vez una familia compuesta por papá, mamá, Tomás y Sofía que decidieron ir de día de campo a las afueras de la ciudad.

Estaban muy emocionados porque era la primera vez que iban juntos a disfrutar de un día al aire libre. El sol brillaba en el cielo azul y el viento soplaba suavemente mientras la familia se adentraba en el bosque con su canasta llena de deliciosos alimentos y bebidas.

Todo parecía perfecto hasta que, de repente, se dieron cuenta de que se habían perdido. "Papá, ¿dónde estamos? No reconozco este lugar", dijo Sofía con voz temblorosa. Papá intentó mantener la calma y les dijo: "Tranquilos, no hay por qué preocuparse.

Seguro encontraremos el camino de regreso". Caminaron durante un rato tratando de recordar por dónde habían venido, pero todo lucía igual en medio del bosque frondoso.

La angustia comenzaba a apoderarse de ellos cuando escucharon un ruido extraño proveniente detrás de unos arbustos. "¿Qué fue eso?", preguntó Tomás asustado. Sin pensarlo dos veces, papá decidió investigar y descubrieron que se trataba de un pajarito herido.

Mamá rápidamente sacó unas vendas y desinfectante de la canasta para curarlo mientras los niños observaban maravillados cómo trabajaban juntos para ayudar al pequeño animalito.

Después de cuidar al pajarito, algo increíble sucedió: el ave voló hacia adelante guiándolos por un estrecho sendero que los condujo directamente al lugar donde habían dejado su manta para hacer el picnic. Todos se miraron sorprendidos y agradecidos por haber superado esa dificultad juntos. "¡Lo logramos! Gracias al pajarito ahora sabemos cómo volver", exclamó Sofía emocionada.

Una vez instalados nuevamente en su lugar elegido para disfrutar del día, compartieron risas y juegos mientras saboreaban las ricas viandas preparadas por mamá. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte tiñendo el cielo con tonalidades anaranjadas y rosadas.

"Hoy aprendimos que trabajar en equipo nos ayuda a superar cualquier obstáculo", reflexionó papá mirando a cada uno con cariño. La familia abrazada contemplaba ese atardecer mágico sintiéndose más unida que nunca antes. Habían vivido aventuras inesperadas pero habían demostrado que juntos podían enfrentar cualquier desafío con valentía y amor.

Y así terminó aquel inolvidable día de campo donde descubrieron no solo la belleza de la naturaleza sino también la fuerza que surge cuando se apoyan mutuamente como familia.

FIN.

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