El Señor Oscuro y la Luz de la Amistad
En un pequeño pueblo llamado Lucero, había una figura misteriosa conocida como el Señor Oscuro. Su apariencia era imponente: vestía un largo abrigo negro y siempre llevaba una gorra que cubría su rostro. Aunque los habitantes del pueblo intentaban evitarlo, el Señor Oscuro tenía una extraña fascinación por los objetos brillantes y valiosos, que robaba en la noche sin que nadie lo viese.
Una noche, mientras el Señor Oscuro andaba merodeando por el mercado, una niña llamada Sofía lo vio desde su ventana. Sofía era una niña valiente y siempre había oído las historias sobre el Señor Oscuro. Sin embargo, en vez de asustarse, se sintió curiosa.
"¿Por qué roba? ¿No tiene nada propio?" - se preguntó.
Esa misma noche, mientras el Señor Oscuro llenaba su saco con objetos robados, Sofía decidió acercarse a él.
"¡Hola, Señor Oscuro!" - gritó con voz firme.
El Señor Oscuro se congeló. Nunca antes alguien se había atrevido a hablarle.
"¿Qué quieres, niña?" - contestó con un tono profundo y temido.
"Vi que estás llenando tu saco. ¿No te gustaría tener amigos en vez de robar?"
El Señor Oscuro se echó a reír.
"Amigos son débiles, solo me traen problemas. Lo que quiero son objetos brillantes que me hagan sentir poderoso."
"Pero esos objetos no te llenan el corazón. ¿No te gustaría compartir aventuras con amigos?" - preguntó Sofía, con una sonrisa.
El Señor Oscuro dudó. Nunca había pensado en eso. Entonces, Sofía le lanzó una idea brillante:
"¿Qué te parece si jugamos una partida de canicas? Te prometo que si ganas, no te molestaremos nunca más. Y si yo gano, tendrás que devolver lo que robaste."
El Señor Oscuro, sorprendido, aceptó el desafío. Nunca había jugado con alguien, y un poco de diversión le pareció tentador. La partida comenzó y, para su sorpresa, la niña era muy buena. Finalmente, ganó.
"Está bien, pequeña. Cumpliré mi promesa. Pero... ¿por qué te importa tanto ayudarme?"
"Porque creo que todos merecemos una oportunidad. Quizás no sea tarde para cambiar. ¿Por qué no devolvemos lo que robaste juntos?"
El Señor Oscuro hizo una pausa. La idea de ser parte de algo bueno le gustaba, así que asintió.
Juntos, regresaron a cada casa donde había robado. Sofía tocaba las puertas, y el Señor Oscuro, aunque temeroso, devolvía lo que había tomado. Lo más sorprendente fue la reacción de los vecinos.
"¡Gracias, señor! No esperaba verte aquí de nuevo."
"Nunca pensé que devolver sería tan... liberador," dijo el Señor Oscuro, sintiendo que una luz empezaba a brillar en su interior.
Al finalizar la noche, el Señor Oscuro miró a Sofía y le dijo:
"Gracias, niña. Hoy cambié. Quiero ser un mejor hombre."
Sofía sonrió y le respondió:
"La verdadera riqueza está en tener amigos, alguien en quien confiar y compartir risas. Te invito a jugar con nosotros la próxima vez."
Desde ese día, el Señor Oscuro se convirtió en un agregado querido del pueblo. Comenzó a ayudar en la construcción de un parque y a jugar con los niños. La oscuridad que lo rodeaba se desvaneció y en su lugar brillaba la luz de la amistad.
Así, en el pueblo de Lucero, aprendieron que nunca es tarde para cambiar, y que incluso aquellos que parecen oscuros pueden encontrar la luz gracias a la amistad y la bondad de quienes les rodean.
FIN.