El Silencio de la Selva



Había una vez en un rincón del mundo, un lugar mágico conocido como la Selva Cantante. Allí, los árboles susurraban melodías al viento, los ríos murmuraban suaves canciones y los animales danzaban en armonía. Pero un día, algo empezó a cambiar. Los ruidos de las máquinas, motos y bocinas de la ciudad comenzaron a invadir la selva, ahogando la música de la naturaleza.

Los habitantes de la Selva Cantante, liderados por la sabia tortuga Tula, se reunieron en el Gran Árbol de los Sonidos. Era hora de encontrar una solución.

"Esto es inaceptable!" - dijo Tula con voz firme. "No podemos permitir que la contaminación sonora destruya nuestro hogar. ¡Debemos encontrar una forma de devolver la armonía a la selva!"

Los animales comenzaron a murmurar entre ellos.

"Pero, ¿cómo lo hacemos?" - preguntó un curioso monos llamado Mico. "No podemos ir a la ciudad y pedirles que dejen de hacer ruido."

En ese momento, una hermosa ave llamada Canta levantó el vuelo, llenando el aire con su melodía.

"Yo tengo una idea!" - chirrió Canta. "Si hacemos un gran festival de música en la selva, quizás podamos atraer la atención de la gente de la ciudad. Mostrémosles lo hermosa que es nuestra música y lo importante que es cuidar la naturaleza."

Tula asintió, y todos los animales comenzaron a prepararse para el gran festival. Mico, por su parte, se encargó de invitar a todos los habitantes de la ciudad. Hizo un anuncio especial en la plaza, donde los humanos solían congregarse.

"¡Vengan todos! El próximo sábado, la Selva Cantante tendrá un festival! Habrá música, juegos y diversión! ¡No se lo pierdan!" - gritó Mico.

La semana pasó volando, y el día del festival llegó. Los animales estaban todos listos: los pájaros decoraron el aire con coloridos banderines, las ranas tenían un espectáculo de saltos, y las mariposas, con sus alas brillantes, danzaban entre las flores. Pero lo que más emocionaba a todos era la gran orquesta que habían formado.

Finalmente, los humanos llegaron. Eran muchos, y llevaban instrumentos, comida y sonrisas.

"¡Hola selva!" - gritaron al unísono, emocionados por la fiesta.

A medida que el sol empezaba a caer, la música llenó el aire. Los humanos y los animales bailaron juntos, creando una hermosa melodía que resonaba en cada rincón de la selva.

"¡Esto es increíble!" - exclamó uno de los niños humanos mientras un grupo de pájaros tocaba. "Nunca había escuchado algo tan hermoso."

Pero de repente, un grupo de personas llegó en motos, haciendo mucho ruido. Todos se detuvieron, y el ambiente se tornó tenso.

"¿Qué hacen aquí?" - preguntó Tula, preocupada. "Este es un festival especial, y necesitamos silencio."

Los hombres de las motos no parecían dispuestos a escuchar, pero Mico se armó de valor y se acercó a ellos.

"¡Por favor, amigos!" - gritó. "Hoy solo queremos compartir nuestra música y la belleza de la selva. ¡Ayúdennos a mantener el silencio, por favor!"

Los hombres miraron a su alrededor. Las risas, los juegos y la música eran contagiosos. Finalmente, uno de ellos dio el primer paso y apagó la moto.

"Tienen razón, esto es hermoso, ¡deberíamos disfrutarlo!" - dijo. Y así, uno a uno, los demás comenzaron a parar los ruidos.

La fiesta prosiguió y los humanos empezaron a entender lo fundamental que era cuidar el entorno. Con cada melodía, el amor por la selva se esparcía y los corazones se unían.

Al final de la noche, cuando la luna brillaba en todo su esplendor, Tula se subió a una roca y habló.

"Gracias a todos por venir hoy. Hemos demostrado que la música puede unir a todos, y que el silencio también es parte de la belleza de este mundo. Les pido que compartan esta experiencia y que juntos cuidemos de la Selva Cantante. ¡El silencio, a veces, es el mejor regalo!"

Con aplausos y vítores, todos prometieron cuidar de la selva, y desde aquel día, la contaminación sonora fue solo un eco del pasado. La Selva Cantante recuperó su belleza y armonía, recordando siempre la magia de aquel festival que unió a dos mundos. Y así, con música en el corazón, todos vivieron felices y en paz, protegiendo su hogar y aprendiendo a amar el silencio.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!