El Silencio Mágico de 6 C
En el colegio Tirso De Molina, la clase de 6 C era conocida por ser la más ruidosa de todas. Los chicos y chicas eran alborotados, siempre riendo, hablando y gritando. Su profesora, la Srta. González, a menudo se encontraba diciéndoles:
"Silencio, por favor, vamos a trabajar en clase".
Pero la situación no parecía mejorar.
Una mañana soleada, mientras todos los alumnos de 6 C entraban al aula, algo extraordinario ocurrió. De repente, un suave viento sopló por la ventana, trayendo consigo una chispa de luz brillante. En un instante, apareció un ser fantástico, un pequeño duende llamado Chispa.
Chispa tenía alas brillantes y una gorra naranja que parecía hecha de hojas. Aterrizó en el escritorio de la Srta. González y, con una voz suave, dijo:
"Hola, chicos. Soy Chispa, el duende del silencio. He venido a ayudarles a encontrar la magia del silencio".
Los alumnos, sorprendidos y emocionados, se quedaron en silencio por primera vez.
"Pero, ¿por qué necesitamos el silencio?" preguntó Tomás, el más hablador del grupo.
"¡Oh! Porque el silencio tiene poderes mágicos. A veces, hay que aprender a escuchar para poder entender las cosas mejor. Si me siguen, les enseñaré" respondió Chispa guiñando un ojo.
Curiosos, los amigos decidieron seguir a Chispa. Él los condujo al patio de la escuela, donde un hermoso jardín florecía.
"Acá, en este lugar mágico, dejaremos de hablar un momento. Solo escucharemos los sonidos que nos rodean" dijo Chispa.
Los chicos se acomodaron en círculo, con Chispa en el centro. Se hizo un profundo silencio. Al principio, el murmullo del viento y el canto de las aves les parecía extraño.
"Escuchen atentamente" continuó Chispa.
Poco a poco, los alumnos empezaron a descubrir los sonidos que nunca habían prestado atención.
"¡Escuchen el crujir de las hojas!" exclamó Lucía.
"Y el zumbido de las abejas" añadió Nahuel.
"Esto es increíble" murmuró Valentina.
Chispa sonrió al verlos disfrutar.
"El silencio les permitirá apreciar lo que los rodea. Cuanto más lo practiquen, más magia descubrirán" les explicó.
Tras un rato en el jardín, Chispa propuso un juego.
"Ahora, uno de ustedes se tapará los ojos y deberá adivinar los sonidos que escucha".
Los alumnos estaban muy entusiasmados. A medida que tomaron turnos, se dieron cuenta de cómo podían comunicar sus sensaciones sin necesidad de palabras.
"¡Me encanta escuchar el sonido del agua en la fuente!" exclamó Luis.
"Y el canto de los pájaros es tan reconfortante" comentó Sofía.
Antes de que se dieran cuenta, la mañana pasó volando.
"Creo que hemos aprendido algo especial hoy" dijo Chispa.
"¿Están listos para intentar traer un poco de ese silencio mágico a su aula?"
Los chicos asintieron emocionados.
Desde ese día, 6 C empezó a incorporar momentos de silencio en su rutina. Al principio, les costó un poco, pero poco a poco se volvió algo natural.
"¿Pueden sentir cómo el silencio nos ayuda a concentrarnos más?" preguntó la Srta. González un par de semanas después.
"Sí, es como si pudiéramos escuchar nuestras ideas mejor" respondió Tomás.
El ruido estruendoso que solía llenar la clase ahora se complementaba con momentos de reflexión y escucha.
Un día, Chispa volvió a visitar la clase, satisfecho con los cambios.
"¡Estoy tan feliz de ver que han aprendido a manejar el silencio! Ahora pueden ser ruidosos, pero también saben cuándo hay que escuchar" celebró Chispa.
Al ver a sus alumnos tan felices, la Srta. González sonrió y dijo:
"El silencio es una herramienta mágica. No solo en el aula, sino en la vida misma. Gracias, Chispa, por enseñarnos a apreciar esta magia".
Y así, los alumnos de 6 C se convirtieron en la clase más especial del colegio Tirso De Molina, no solo por su alegría y energía, sino por el hermoso equilibrio que habían encontrado entre el ruido y el silencio.
Al final, Chispa se despidió con una sonrisa y prometió que siempre estaría con ellos, cada vez que decidieran escuchar con el corazón,
"Recuerden, el silencio es oro y la escucha es su magia".
Con esa frase grabada en sus corazones, los alumnos nunca olvidaron la importancia de aprender a escuchar.
FIN.