El Sol, la Flor y la Abeja



Había una vez, en un hermoso jardín lleno de colores y aromas, una flor llamada Lila. Lila siempre soñaba con conocer al Sol, quien iluminaba su mundo y le daba la energía que necesitaba para crecer. A menudo, pasaba sus días conversando con las mariposas y los caracoles, pero había algo especial en el Sol que la llenaba de curiosidad.

Un día, mientras Lila estaba disfrutando del cálido abrazo del Sol, una pequeña abeja llamada Bibi zumbó alrededor de ella.

"Hola, Lila. ¿Cómo estás hoy?", preguntó Bibi, revoloteando alegremente.

"Hola, Bibi. Estoy bien, pero tengo un deseo muy grande: quiero conocer al Sol. Siempre lo veo brillar y me gustaría hablar con él", respondió la flor con un suspiro.

Bibi, entusiasmada por la idea, decidió ayudar a su amiga.

"¡Eso suena increíble! Vamos a buscarlo. Quizás pueda venir a saludarte", dijo Bibi.

Las dos amigas comenzaron su aventura. Viajaron por el jardín, preguntando a todos los seres que se encontraban en su camino.

"¡Perdón! ¿Has visto al Sol?", preguntó Lila a una mariposa.

"No, pero creo que está en el cielo, brillando como siempre", respondió la mariposa.

Finalmente, se encontraron con una antigua tortuga que se movía despacio por el sendero.

"Señora Tortuga, ¿sabe cómo podemos hablar con el Sol?", preguntó Bibi con esperanza.

La tortuga sonrió y respondió:

"¡Claro que sí! Solo hay que creer y tener paciencia. El Sol está siempre ahí, solo necesita que le hablen desde el corazón."

Con los consejos de la tortuga, Lila y Bibi decidieron hacerlo. Se sentaron juntas y comenzaron a hablar en voz alta:

"Sol, eres tan brillante y hermoso. Te admiramos desde aquí abajo. Nos encantaría conocerte", dijeron a coro.

Algo asombroso ocurrió. Una suave brisa comenz empezó a soplar, y un rayo de luz brilló con más intensidad sobre el jardín.

"Hola, queridas amigas", dijo una voz cálida que llenó el aire. Lila y Bibi, sorprendidas, miraron hacia arriba.

"¿Eres tú, Sol?", preguntó Lila, casi sin poder contener su emoción.

"Sí, soy yo. He escuchado sus palabras y me alegra que me hayan llamado. Cada vez que se asoman mis rayos, es para darles mi amor y energía. ¿Qué desean saber?", respondió el Sol con una sonrisa de luz.

Ambas amigas estaban asombradas, y Bibi fue la primera en hablar:

"Queremos aprender más acerca de ti y de cómo ayudar al jardín a crecer."

"¡Qué hermoso deseo!", exclamó el Sol. "Para que el jardín florezca, cada uno de ustedes debe hacer su parte. Lila, necesitas seguir absorbiendo mi luz y compartir tu belleza con los demás. Bibi, debes polinizar las flores y ayudar a que crezcan nuevas plantas. Cada uno tiene un rol especial en este ciclo de la vida."

"¡Lo haremos!", respondieron en coro, llenas de entusiasmo.

El Sol les sonrió y, al despedirse, les dejó su luz brillando aún más intensamente. El jardín se llenó de color y vida, mientras Lila se abría aún más y Bibi volaba de una flor a otra.

Sin embargo, un día un oscuro nublado cubrió el cielo. Las flores comenzaron a marchitarse y Bibi no sabía qué hacer.

"¿Dónde está el Sol?", preguntó Lila con tristeza.

Bibi intentó animar a su amiga:

"Don’t worry, Lila. El Sol siempre vuelve. Él solo necesita un descanso."

Las horas pasaban y la preocupacion de Lila crecía. Finalmente, un rayo de sol atravesó las nubes y cayó sobre Lila.

"¡Lila!", exclamó el Sol. "Siempre estoy aquí, incluso cuando no me puedes ver. Recuerda que la luz y la oscuridad son necesarias para que la vida florezca."

Lila sonrió, sintiendo que el amor del Sol la abrazaba.

"Sí, lo entiendo. Así como necesitamos al Sol, también necesitamos aprender a esperar y a valorar lo que tenemos."

Desde ese día, Lila y Bibi nunca dejaron de compartir su energía y amor en el jardín. Cada rayo de Sol brillaba más fuerte gracias a su amistad y esfuerzo.

Y así, el jardín se convirtió en un lugar mágico donde todos los seres vivían en armonía, sabiendo que cada uno tiene su lugar y su tarea en el ciclo de la vida.

"¡Vamos, Lila, que tengo que polinizar más flores!", dijo Bibi mientras zumbaba feliz.

"¡Sí! Juntas podemos hacer que este lugar brille aún más!", contestó Lila con una gran sonrisa.

Y así, el Sol, la flor y la abeja vivieron en el jardín, creando belleza y alegría en cada rincón. Porque juntos, aprendieron que la vida es un hermoso ciclo lleno de luz, amor y amistad.

FIN.

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