El Soldado de la Esperanza



Había una vez, en un tiempo de tensiones y divisiones, un soldado llamado Doss. Doss era conocido por su valentía y su inquebrantable deseo de ayudar a los demás, sin importar de qué lado estuvieran. Aunque servía a su país en medio de la Guerra Fría, Doss siempre creía que era más importante la amistad y la colaboración entre las personas que las rivalidades de los países.

Un día, Doss y su equipo recibieron una misión especial para rescatar a algunos prisioneros que estaban en un campamento enemigo. Era una tarea peligrosa, y todos en el escuadrón sabían que había mucho en juego. Pero antes de partir, Doss miró a sus compañeros y les dijo: -Estoy listo para hacer lo que sea necesario, pero necesitamos confianza entre nosotros. No importa que seamos de bandos diferentes. Juntos, somos más fuertes.-

Sus compañeros lo miraron con respeto. Así que, decidido a hacer lo correcto, Doss se adentró en el territorio enemigo con sus aliados.

Cuando llegaron al campamento, Doss se dio cuenta de que las condiciones no eran tan simples como pensaban. Había guardias por todas partes. -Esto va a ser más complicado de lo que creía- pensó Doss. Entonces, decidió que lo mejor era hacer una distracción.

Se acercó a la cerca que rodeaba el campamento y, con una gran piedra, hizo un ruido que sorprendió a los guardias. -¡Hey! ¡Miren eso! - gritó Doss. Con esto, logró atraer la atención de muchos soldados hacia el otro lado del campamento, mientras sus compañeros se escabullían silenciosamente hacia los prisioneros.

Mientras tanto, al otro lado, un soldado del cartel enemigo llamado Mani estaba observando todo. Había estado dudando de su lealtad, y ver a Doss arriesgarlo todo por personas que ni siquiera conocía lo hizo reflexionar. -¿Por qué él arriesga su vida por otros? ¿No debería querer ganar la batalla? - se preguntó.

Doss logró llegar a donde estaban los prisioneros. -¡Estamos aquí para rescatarles! - les dijo, sonriendo. -Pero necesitamos que confíen en nosotros.- Los prisioneros estaban asustados, pero Doss les brindó seguridad. -No están solos. Juntos, seremos más fuertes.-

Mientras los dos grupos se organizaban, Doss escuchó un grito: era Mani. -¡Espera un momento! ¡No soy tu enemigo! - exclamó, acercándose con las manos en alto. Doss lo miró, perplejo. -¿Por qué has venido? ¿No estás con los otros? -

Mani explicó que había visto cómo Doss arriesgaba su vida y sintió que había algo más importante que la guerra. -Quiero ayudar. No creo que este conflicto tenga sentido. ¿Puedo unirme a ustedes? - Doss sonrió y respondió: -Claro, uno más siempre es bienvenido.-

Con Mani a su lado, el plan se volvió más eficaz. Juntos, lograron rescatar a los prisioneros y salir del campamento. Pero el verdadero desafío estaba por venir; al intentar escapar, se encontraron con un grupo de soldados enemigos que bloqueaban el camino.

Doss, sin pensarlo, decidió negociar: -No necesitamos pelear, hay otros caminos. Todos podemos irnos. Si no tenemos que pelear, entonces ganamos los dos.- Los soldados, sorprendidos por su propuesta, se miraron entre ellos. Después de un corto silencio, uno de ellos respondió: -Tal vez tengas razón. No quiero perder más hermanos en esta guerra.-

Con el corazón en la mano, lograron convencer a los soldados enemigos de que la mejor victoria era salvar vidas, no perderlas. Finalmente, lograron salir y llevar a los prisioneros a un lugar seguro.

Luego de la misión, Doss se convirtió en un héroe no solo para su lado, sino también para aquellos que antes eran considerados enemigos. Mani y Doss se hicieron amigos inseparables, demostrando que la verdadera fuerza no radica en las armas, sino en la voluntad de ayudar al otro. Juntos, siguieron promoviendo la paz y construyendo puentes entre sus bandos.

- Siempre que pueda, diré ‘uno más’ - decía Doss, pensando en cada vida que podía tocar con su bondad. Así, su mensaje de esperanza continuó creciendo y cambiando corazones a lo largo de la historia.

FIN.

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