El Solitario y la Niña Valiente



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Pueblo Encantado, donde vivían seres mágicos y criaturas fantásticas. Entre ellos, había un ser muy especial: el Ser Inmortal. El Ser Inmortal era conocido por su belleza y sabiduría.

Siempre vestía con elegancia y tenía una sonrisa amable en su rostro. Sin embargo, a pesar de todas sus cualidades, el Ser Inmortal se sentía solo.

Un día, mientras paseaba por los jardines del pueblo, el Ser Inmortal escuchó risas provenientes de una casa cercana. Curioso, decidió acercarse para ver qué estaba pasando. Al llegar a la casa, descubrió que las risas venían de una niña llamada María.

María era una niña valiente y aventurera que siempre estaba buscando nuevas emociones. El Ser Inmortal quedó maravillado al ver a María. Nunca antes había visto tanta alegría en alguien tan joven.

Desde ese momento, se convirtió en admirador secreto de la niña y comenzó a seguir todos sus pasos desde lejos. Un día, mientras María exploraba un bosque encantado cerca del pueblo, se encontró con un pequeño duende atrapado entre unas ramas espinosas. El duende lloraba desconsoladamente porque no podía liberarse.

María no dudó ni un segundo en ayudarlo. Con mucho cuidado, logró desenredar las ramas y liberarlo. El duende estaba tan agradecido que decidió concederle un deseo como recompensa.

María pensó durante unos segundos antes de decir: "Quiero que mi amigo Ser Inmortal sea feliz". El duende sonrió y desapareció en un destello de luz. Al día siguiente, mientras el Ser Inmortal caminaba por el pueblo, se sorprendió al ver que todas las criaturas mágicas estaban reunidas en la plaza principal.

Al acercarse, vio a María junto a ellas. "-¡Sorpresa! Hemos organizado una fiesta para ti", exclamó María emocionada. El Ser Inmortal no podía creer lo que veían sus ojos.

Todas las criaturas habían trabajado juntas para decorar la plaza y preparar una deliciosa comida. La música llenaba el aire y todos estaban felices. María se acercó al Ser Inmortal y le dijo: "-Gracias por estar siempre allí para mí. Quiero que sepas cuánto te admiro y aprecio".

Las lágrimas de felicidad rodaron por las mejillas del Ser Inmortal. Por fin había encontrado alguien que valoraba su compañía y amistad. A partir de ese día, María y el Ser Inmortal se convirtieron en los mejores amigos.

Juntos, exploraron nuevos lugares mágicos, ayudaron a los demás seres encantados y compartieron risas interminables. La historia del Ser Inmortal enseña a los niños la importancia de valorar la amistad verdadera sin importar las diferencias o apariencias físicas.

Además, nos muestra cómo un pequeño acto de bondad puede traer grandes recompensas y alegría a nuestras vidas.

FIN.

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