El Sombrero Volador y el Bosque Encantado
En un hermoso bosque encantado, lleno de árboles altos y flores de mil colores, vivía un sombrero llamado Sombrerito. Este no era un sombrero común; ¡era un sombrero volador! Sombrerito podía flotar por el aire, dar vueltas y hacer piruetas. A todos los animales del bosque les encantaba verlo jugar, pero también hay que decir que tenía un pequeño problemita: era un poco travieso y a veces se olvidaba de regresar a casa a tiempo.
Un día, mientras volaba entre las copas de los árboles, se encontró con una nube muy peculiar que parecía triste.
- ¿Por qué estás tan triste, nube? -le preguntó Sombrerito.
- Porque he perdido mi color y no sé cómo volver a ser colorida -respondió la nube con un suspiro.
Sombrerito pensó que podía ayudar a la nube. Entonces, voló con todo su esfuerzo hacia el sol.
- ¡Hola, sol! -dijo Sombrerito-. La nube ha perdido su color y necesita tu ayuda.
- ¡Claro! -respondió el sol-. Solo necesito que me traigas un rayo de luz especial que se encuentra en la cima de la montaña más alta del bosque.
El sombrero, valiente y decidido, partió en su aventura. En su camino, se encontró con varios personajes del bosque: una tortuga sabia, un emocionante conejo y una mariposa mágica.
- ¿Cómo podrías llegar a la cima de la montaña? -preguntó la tortuga.
- Con mi vuelo, ¡puedo hacerlo! -sonrió Sombrerito.
- Pero la montaña es muy alta y hay vientos fuertes -advirtió el conejo.
- No me detendré -decidió Sombrerito-. Lo haré por la nube.
La mariposa, con sus alas destellantes, se unió a la aventura. Juntos enfrentaron los vientos fuertes y las nubes oscuras, pero no se rendían. Cada vez que la situación se volvía difícil, Sombrerito recordaba la tristeza de la nube y eso lo motivaba a seguir.
Finalmente, después de mucha emoción y varias peripecias, llegaron a la cima. Allí, encontraron un rayo de luz brillante, como un diamante. Sombrerito lo tomó con mucho cuidado y lo llevó de regreso a la nube.
- ¡Mira, nube! -exclamó Sombrerito, dejando caer el rayo de luz sobre ella.
Al instante, la nube recuperó su color y brilló como nunca antes.
- ¡Oh, gracias, Sombrerito! -dijo la nube, ahora llena de colores radiante-. Prometo no estar triste nunca más.
A partir de ese día, Sombrerito aprendió que ayudar a los demás lo hacía sentir feliz y que siempre debíamos ser valientes y perseverantes, sin importar cuán complicado pareciera el camino. La nube, en agradecimiento, prometió llenar el cielo de colores todos los días, para iluminar al bosque encantado.
Y así, en su bosque encantado, bajo un cielo lleno de colores, Sombrerito siguió volando, ahora no solo como un sombrero volador, sino como un héroe del bosque, siempre listo para ayudar a quien lo necesitara.
FIN.