El sueño compartido
Había pasado mucho tiempo desde que Martina y Lucas habían ido al colegio juntos. Ahora, ya eran grandes, estaban en segundo grado y se encontraban ansiosos por volver a verse.
Durante las vacaciones de verano, los dos amigos se habían extrañado mucho y tenían muchas historias para contar. El primer día de clases finalmente llegó y Martina estaba muy emocionada por volver a ver a su amigo Lucas.
Se levantó temprano, se vistió con su uniforme escolar y corrió hacia el colegio. Al llegar, buscó ansiosa la cara conocida de Lucas entre la multitud de estudiantes. -¡Lucas! ¡Aquí estoy! -gritó Martina mientras agitaba los brazos.
-¡Martina! ¡No puedo creer que estemos en el mismo grado otra vez! -respondió Lucas entusiasmado. Los dos amigos se abrazaron con fuerza y comenzaron a contar todas las aventuras que habían tenido durante las vacaciones. Sin embargo, algo parecía preocupar a Martina.
-Oye Lucas, tengo un secreto que contarte -dijo Martina mirando hacia abajo-. He estado practicando mucho ballet durante el verano y quiero presentarme en la audición para el grupo de danza del colegio. Lucas sonrió ampliamente y le dio una palmada en la espalda a su amiga.
-Eso es genial, Marti. Estoy seguro de que lo harás muy bien. Siempre has sido una excelente bailarina -le dijo animándola. Martina sintió un gran alivio al escuchar esas palabras de apoyo de parte de su amigo.
Sabía que podía confiar en él para cualquier cosa. El día continuó con mucha alegría y emoción. Martina y Lucas compartieron clases, recreo y hasta se sentaron juntos en el almuerzo.
Parecía que nada podría arruinar ese hermoso reencuentro. Sin embargo, cuando llegó la hora de la audición de ballet, Martina comenzó a sentirse nerviosa. Las mariposas revoloteaban en su estómago y sus piernas temblaban.
A pesar de haber practicado mucho, dudaba si sería lo suficientemente buena. Cuando le tocó su turno, Martina caminó hacia el escenario con los ojos llenos de determinación. Comenzó a bailar con gracia y elegancia, pero en un momento tropezó y cayó al suelo.
La tristeza invadió su corazón mientras las lágrimas brotaban de sus ojos. Lucas no pudo soportar verla así y se acercó corriendo para consolarla. -Marti, no importa si caíste.
Lo importante es que te levantes e intentes nuevamente -le dijo Lucas con una sonrisa reconfortante-. ¡Eres increíble! Martina secó sus lágrimas y asintió con determinación. Sabía que tenía razón; no podía rendirse tan fácilmente. Decidió darle otra oportunidad al ballet y volvió a presentarse en la audición días después.
Esta vez, estaba más concentrada que nunca y demostraba todo su talento sobre el escenario. Al finalizar su presentación, recibió una ovación de aplausos por parte del público presente.
Martina miraba feliz a Lucas desde el escenario y él le devolvió una gran sonrisa de orgullo. Ambos sabían que, a pesar de los obstáculos, siempre podrían contar el uno con el otro. Desde ese día, Martina y Lucas se convirtieron en un apoyo mutuo para alcanzar sus sueños.
Juntos aprendieron que las caídas no significaban fracaso, sino oportunidades para levantarse más fuertes y seguir adelante.
Y así fue como aquel reencuentro en segundo grado les enseñó a Martina y Lucas la importancia de la amistad verdadera, el valor de apoyarse mutuamente y nunca rendirse ante los desafíos que la vida les presentara.
FIN.