El Sueño de Ale
Era una mañana soleada cuando Ale se despertó con una sonrisa en la cara. Anoche había tenido un sueño increíble. En su sueño, asistía al colegio más espectacular de todos: había toboganes en lugar de escaleras, una pista de patinaje en el patio y un menú de almuerzo que incluía pizza, helado y churros. Todos los días eran como una gran fiesta.
- ¡Hoy va a ser un día genial! - pensó Ale emocionado mientras se preparaba para la escuela.
Pero a medida que pasaba la jornada, algo extraño comenzó a sucederle. Mientras en su sueño todo era diversión, en la realidad las cosas eran diferentes. En su colegio actual, que parecía pequeño en comparación, sus amigos lo recibieron con abrazos y sonrisas.
- ¡Hola, Ale! - lo saludó Mía, su mejor amiga. - ¿Cómo te va? ¿Listo para la clase de matemáticas?
- No tanto... Pero al menos el recreo es genial. - Ale respondió mientras pensaba en su sueño.
Durante la clase de matemáticas, Ale se distrajo soñando con su futuro colegio.
- Si tuviéramos un tobogán en vez de escaleras, podríamos bajar volando en lugar de caminar, ¡sería increíble! - dijo Ale, más para sí mismo.
Mía sonrió y le dijo:
- Es divertido imaginarlo, pero ¿no te encanta jugar al fútbol en el patio durante el recreo?
- Sí, pero en el sueño todo era más divertido. - respondió Ale un poco desanimado.
Pasaron las horas y, en lugar de un almuerzo exótico, Ale se sentó con sus amigos a comer su sándwich de huevo y una fruta. Mientras masticaba, de repente, se acordó de algo que había olvidado:
- ¡Es cierto! En el sueño, todos se llevaban mal al final. ¡Era un caos! - recordó Ale.
Al día siguiente, Ale volvió a soñar con su colegio ideal. Vio cómo todos los estudiantes se pelearon por los mejores lugares en el tobogán, lo que hizo que la diversión se convirtiera en un lío total.
- ¡Esto es un desastre! - gritaba un compañero mientras caía de un lado a otro.
Cuando se despertó, sintió una punzada de angustia.
- Pero... en mi colegio real, todos son amigos. Nadie pelea y nos divertimos de verdad - se dio cuenta. Esa esencia de camaradería era algo que no existía en su sueño.
El tercer día, volvió a soñar, pero esta vez algo cambió. En su visión, el colegio perfecto tenía una clase de arte donde los estudiantes podían expresarse y ser creativos. Sin embargo, todos estaban tan ocupados compitiendo entre ellos por ser los mejores que se olvidaron de disfrutar el momento.
- ¿Por qué no simplemente disfrutamos de lo que hacemos juntos? - preguntó un estudiante en el sueño, reflejando la voz de Ale.
Despertó una vez más, pero ahora con una gran lección aprendida.
- Tal vez mi colegio no tiene lujo, pero tenemos cosas que importan. - dijo en voz alta.
En la escuela, Ale comenzó a notar cosas que antes no veía. En clase de arte, sus compañeros se reían y pintaban juntos. El almuerzo se convirtió en un momento de risa y complicidad.
- ¡Vamos a hacer una obra de teatro! - propuso Mía con una chispa en los ojos.
- ¡Genial! ¡Podemos usar materiales reciclados y hacerlo juntos! - dijo Ale, entusiasmado.
Mientras planificaban su obra, Ale comprendió verdaderamente que ser parte de un grupo, compartiendo risas y aventuras, era el mayor lujo que podía tener.
Con el tiempo, Ale se dio cuenta de que no necesitaba un colegio de ensueño lleno de lujos.
- Estoy aquí con amigos, aprendiendo y creciendo juntos. Esto es lo mejor que puedo tener. - concluyó feliz, dándose cuenta de que el verdadero valor está en las conexiones que creamos a cada paso.
Y así, Ale entendió que cada día, más que en un sueño ideal, su colegio era exactamente lo que necesitaba: un lugar donde podía ser él mismo rodeado de quienes lo querían como era.
Desde entonces, no dejó de soñar, pero sus sueños se enfocaron en hacer de su colegio real un lugar aún mejor, lleno de momentos inolvidables.
FIN.