El sueño de Amaru


Había una vez un pequeño bebé llamado Amaru, que tenía un espíritu aventurero y soñaba con ser adulto. Aunque apenas sabía hablar y caminar, se imaginaba a sí mismo realizando grandes hazañas y tomando decisiones importantes.

Un día, mientras jugaba en su cuna, Amaru miró al espejo y vio a un niño sonriente. Pero en su mente, él creyó ver a un hombre mayor de aspecto sabio y elegante.

Desde ese momento, Amaru comenzó a comportarse como si fuera un adulto. Cuando sus padres lo alimentaban con papilla de frutas, él insistía en tomar té o café como los adultos. "¡No quiero eso!", decía meneando la cabeza mientras hacía pucheritos.

Sus padres se reían ante su ocurrencia pero le explicaban que era demasiado joven para tomar esas bebidas. Amaru también quería vestirse como adulto y usaba el sombrero de su padre para simular ser un caballero importante.

Caminaba por la casa tambaleándose con pasos cortos pero firmes, pretendiendo ser dueño de todo lo que veía. Un día soleado, Amaru decidió explorar el mundo exterior más allá de las paredes de su hogar.

Se escapó gateando sigilosamente por la puerta abierta del jardín sin que sus padres se dieran cuenta. Mientras gateaba por el césped fresco del jardín vecino, escuchó risas provenientes de una casita cercana.

Curioso por descubrir quién estaba riendo tan felizmente, Amaru siguió el sonido hasta llegar a una fiesta de cumpleaños. Allí, vio a niños y niñas vestidos con coloridos trajes de superhéroes y princesas. La risa y la alegría llenaban el aire mientras todos jugaban juntos.

Amaru se acercó tímidamente a un grupo de niños que estaban jugando al escondite. "¡Hola chicos! ¿Puedo jugar con ustedes?", preguntó Amaru con una sonrisa tímida en su rostro. Los niños lo miraron sorprendidos al ver a un bebé hablando como adulto.

Pero en lugar de rechazarlo, decidieron darle una oportunidad y le explicaron cómo se jugaba al escondite. Amaru estaba emocionado por participar en el juego, aunque sabía que no podía correr tan rápido como los demás.

Decidió buscar un buen escondite para sorprender a sus nuevos amigos cuando llegara su turno. Mientras buscaba el lugar perfecto, encontró un rincón lleno de flores hermosas y coloridas. Se sentó entre ellas y escuchó atentamente las risas de los niños mientras contaban hasta diez.

Cuando terminaron de contar, Amaru salió del rincón de las flores y gritó: "¡Aquí estoy!" Todos quedaron asombrados al verlo salir del escondite más inesperado. Ellos aplaudieron su ingenio y lo felicitaron por haber encontrado un refugio tan original.

A partir de ese día, Amaru aprendió que ser adulto no significaba dejar atrás la diversión o perder la capacidad para sorprenderse.

Descubrió que cada etapa de la vida tiene sus propias maravillas y que todos, sin importar la edad, tienen algo especial para ofrecer. Amaru dejó de pensar que era un adulto y comenzó a disfrutar de su infancia plenamente.

Aprendió a gatear más rápido, a reír con más fuerza y a abrazar la inocencia de ser un bebé. Y así, Amaru siguió creciendo rodeado de amigos que lo amaban tal como era. Siempre recordando el día en el que descubrió que no necesitaba ser adulto para ser feliz. Fin.

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