El sueño de Andrés



Había una vez en un hermoso pueblo llamado Villa Alegre, un niño llamado Andrés. Desde muy pequeño, Andrés soñaba con ser maquinista de trenes.

Le encantaba ver cómo el tren pasaba por su pueblo llevando a las personas y mercancías de un lugar a otro. Andrés vivía con sus padres en una acogedora casa cerca de la estación de tren. Siempre que podía, se acercaba al andén para observar los vagones y saludar al conductor del tren.

Soñaba con poder conducirlo algún día. Un día, mientras paseaba por el campo, Andrés se encontró con un gigante llamado Gaspar. Gaspar era tan alto como dos árboles juntos y tenía una voz profunda y amigable.

"Hola, pequeño amigo", saludó Gaspar sonriendo. "¿Qué te trae por aquí?"Andrés le contó emocionado su sueño de ser maquinista y cómo admiraba a los conductores del tren.

Gaspar escuchó atentamente y dijo:"Si realmente quieres ser maquinista, debes empezar desde abajo. ¿Has pensado en ayudar en tu comunidad? Podrías comenzar siendo voluntario en la estación de tren". Andrés quedó sorprendido por la idea pero también emocionado.

Decidió seguir el consejo del gigante y comenzó a ayudar en la estación todos los días después de la escuela. Durante semanas, Andrés aprendió todo sobre los trenes: cómo revisar los frenos, limpiar las ventanas e incluso hacer anuncios para informar a los pasajeros sobre las próximas paradas.

Un día, mientras Andrés estaba en la estación, llegó un tractor con treinta vagones llenos de mercancías. El conductor del tractor se había lastimado el brazo y no podía continuar su viaje.

"¡Necesitamos ayuda! ¿Alguien sabe cómo conducir este tractor?", gritó desesperado el conductor. Andrés, recordando todo lo que había aprendido sobre trenes y máquinas, se acercó rápidamente al conductor y le dijo:"Yo puedo ayudar. He estado aprendiendo mucho sobre trenes y estoy seguro de que puedo manejar este tractor".

Sin dudarlo, Andrés subió al tractor y comenzó a conducirlo con habilidad hacia su destino. Todos quedaron asombrados por la valentía y conocimiento del niño. A partir de ese día, Andrés se convirtió en el héroe del pueblo.

Ayudaba a todos los vecinos que necesitaban transporte o cualquier otra cosa. La gente lo admiraba por su espíritu solidario y amable. Un día, mientras caminaba cerca de la estación, encontró un perro abandonado al que decidió llamar Membrillo.

A Membrillo le encantaban los huesos y siempre estaba dispuesto a acompañar a Andrés en todas sus aventuras. Con el tiempo, Andrés siguió ayudando en su comunidad mientras seguía persiguiendo su sueño de ser maquinista.

Un buen día recibió una llamada de la compañía de trenes ofreciéndole un trabajo como aprendiz de maquinista. Andrés aceptó emocionado e hizo realidad su sueño.

Conducir el tren se convirtió en su pasión y todos los días recordaba la importancia de ayudar a los demás, tal como Gaspar y su perro Membrillo lo habían enseñado. Así, Andrés se convirtió en un maquinista ejemplar que siempre recordó el valor de la amabilidad y el servicio hacia los demás.

Su historia inspiró a muchos niños del pueblo a seguir sus sueños y ser solidarios con quienes los rodeaban. Y así, Villa Alegre se convirtió en un lugar aún más hermoso donde todos vivían en armonía y colaboración.

FIN.

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