El Sueño de Árbolito



En un bosque mágico, lleno de colores y melodías, vivía un árbol dulce llamado Árbolito. A diferencia de los demás árboles, que sólo querían seguir creciendo hacia el cielo, Árbolito soñaba con convertirse en algo especial: en papel.

"Si pudiera ser papel, podría ayudar a los niños a escribir sus sueños y a los artistas a dibujar sus más hermosas creaciones", decía Árbolito, sus hojas temblando de emoción.

Un día, mientras el viento acariciaba sus ramas, Árbolito escuchó a unos humanos hablando en el claro del bosque.

"Buscamos madera para hacer papel", dijo uno de ellos.

Árbolito sabía que ese era el momento que había estado esperando.

"¡Por favor! ¡Elijanme a mí!", gritó Árbolito, aunque nadie podía oírlo. Pero había algo más: una sabiduría ancestral que lo llevó a entender que ser talado no significaba el fin.

Los humanos, guiados por el eco de su deseo, se acercaron y, con cuidado y respeto, talaron a Árbolito.

"Gracias por tratarme con amabilidad", susurró Árbolito mientras caía al suelo. Y así, comenzó su nuevo viaje.

En la fábrica, los trabajadores transformaron a Árbolito en celulosa, y por primera vez, sintió cómo sus fibras se entrelazaban con otras fibras recicladas.

"¡Hola! ¡Soy Árbolito!", exclamó al conocer a los otros papeles.

Y ahí, en aquel lugar mágico de transformación, conoció a varios papeles reciclados que le contaron cosas fascinantes.

"Aquí estamos todos para hacer cosas increíbles", dijo un viejo papel arrugado. "Algunos de nosotros hemos sido libros, cartas y hasta dibujos de niños. ¡La vida sigue más allá del papel!"

Pero Árbolito no pudo evitar sentir un poco de tristeza.

"¿Y si no me quieren?", preguntó con nostalgia.

"¡No digas eso! ¡Todos somos necesarios!", respondió un papel de aluminio que había sido parte de una fiesta. "Tú ayudarás a contar historias y a transmitir mensajes importantes. ¡Tu sueño se hará realidad!"

Así fue como, después de un tiempo, Árbolito fue transformado en hojas de papel para cuadernos de dibujos. Llegó a un colegio donde niños de ojos brillantes llenaron sus hojas con colores y letras.

"¡Mira este dibujo!", dijo una niña mientras le daba a Árbolito el primer trazo de color.

Árbolito sonrió para sí mismo, sintiendo la alegría de los niños que escribían y dibujaban sobre él.

"¡Estoy cumpliendo mi sueño!", pensó con felicidad, comprendiendo que su nueva vida estaba llena de amor y creatividad.

Sin embargo, un día, un niño se sintió triste porque su dibujo no salió como quería. Árbolito, sintiendo la melancolía del pequeño, le dijo:

"No te preocupes, amigo. A veces las cosas no salen como esperamos, pero cada trazo es parte de un aprendizaje. ¿Por qué no intentas de nuevo?"

El niño, al escuchar esas palabras, sonrió de nuevo y comenzó a crear un nuevo dibujo, lleno de colores y risas.

A partir de allí, Árbolito se convirtió en un gran amigo de todos los niños, ya no solo como papel, sino también como un inspirador de creatividad.

Su sueño se había realizado, y entendió que aunque en la vida a veces hay que soltar para dar paso a nuevas formas de ser, siempre hay un lugar para el amor y la pasión por ayudar a los demás.

Y así, Árbolito siguió viviendo en cada dibujo, carta y cuento que los niños creaban. Un mágico legado que transformó su vida, sabiendo que siempre sería un pedacito de alegría en sus corazones.

Fin.

FIN.

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