El Sueño de Ari



Era una vez en Madrid, una niña llamada Ari de diez años. Desde que era muy pequeña, siempre soñó con ser cantante y brillar en un escenario. Su habitación estaba decorada con pósters de sus cantantes favoritos, y cada vez que se miraba al espejo, practicaba sus mejores voces.

Un día, mientras paseaba por el parque, vio un cartel que decía: "¡Casting para el nuevo musical en el teatro de la ciudad!". Sus ojos se iluminaron.

"¡Mamá! ¡Mirá! Hay un casting para un musical. ¡Quiero ir!" - exclamó Ari, saltando de emoción.

Su mamá sonrió y la abrazó.

"Si es tu sueño, vamos a intentarlo, Ari. Solo tienes que prepararte bien".

Ari comenzó a ensayar todos los días, practicando una canción que había escrito sobre la amistad. Cuando llegó el día del casting, estaba un poco nerviosa pero también emocionada. Cuando llegó su turno, subió al escenario y, con voz temblorosa, comenzó a cantar.

Al terminar, los jueces sonrieron y aplaudieron.

"¡Fantástica! ¡Tienes un gran talento!" - le dijo una de las juezas. "Te esperamos para la siguiente etapa".

Los días pasaron y finalmente, recibió una llamada que cambiaría su vida:

"¡Ari! ¡Felicidades! Has sido seleccionada como la protagonista del musical."

Gritó de alegría y corrió a contarle a su mamá. Se preparó para la obra y trabajó duro con los ensayos. El día del estreno, el teatro estaba lleno. Cada vez que Ari subía al escenario, su corazón latía rápido, pero hacía lo que más amaba.

El público la adoraba. Las críticas eran excelentes y pronto, otros teatros comenzaron a llamarla para que participara en distintos espectáculos.

Con el tiempo, comenzó a componer sus propias canciones. Un día, su mejor amiga, Valentina, le dijo:

"Ari, deberías grabar un álbum. ¡El mundo quiere escuchar tu música!".

Ari pensó que era una gran idea. En su primer álbum, combinó letras sobre sueños, amistad y amor.nSe volvió muy popular entre los jóvenes de Madrid. Pero, con tanta fama, Ari comenzó a sentir la presión de cumplir siempre con las expectativas de los demás.

Un día, después de un concierto agotador, se sentó en su cama y suspiró.

"¿Y si ya no puedo hacer esto?" - se preguntó. Su mamadera la escuchó y entró en su habitación.

"Ari, siempre serás tú, con o sin fama. Lo más importante es que disfrutes de lo que haces. No te sientas presionada a ser perfecta".

Ari sonrió y se dio cuenta de que lo que verdaderamente le importaba era amar la música y compartirla con los demás. A partir de ese día, decidió tomar un descanso y enfocarse en su creatividad.

La historia de Ari no terminó ahí. Después de un tiempo, regresó al escenario con un nuevo estilo, más auténtico que nunca, y el público la aclamó aún más. No solo era una cantante, sino una verdadera artista, y lo más importante, había encontrado la felicidad en ello.

Ari continuó soñando y trabajando duro, sabiendo que la música siempre sería su hogar. Y así, su historia sirvió de inspiración para muchos niños que, en el rincón de su habitación, soñaban con brillar también en el escenario.

Los sueños son posibles, siempre que sigamos nuestro corazón y trabajemos con pasión.

FIN.

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