El sueño de bailarina



En un pequeño pueblo, vivía una niña llamada Lara. Desde que era muy pequeña, Lara soñaba con ser bailarina. Pasaba horas bailando en su habitación, imaginándose en un escenario frente a un público que aplaudía emocionado.

Pero cada vez que mencionaba su sueño a su familia, ellos fruncían el ceño y decían que no era más que una pérdida de tiempo. "Lara, deja de soñar despierta y enfócate en algo más práctico", le decía su madre.

"No ganarás dinero bailando, es mejor que estudies algo serio", agregaba su padre. A pesar de las palabras desalentadoras, Lara no podía sacar de su mente su pasión por la danza.

Un día, mientras caminaba por el pueblo, vio un anuncio que decía: "Concurso de talentos: ¡demuestra tu habilidad y brilla en el escenario!". El corazón de Lara dio un vuelco de emoción, y decidió que era su oportunidad para hacer que su familia entendiera su amor por la danza.

Practicó sin descanso cada día después de la escuela, escondida en un viejo galpón abandonado para que su familia no la encontrara. Finalmente, llegó el día del concurso. Con nervios pero determinación, Lara se presentó ante el jurado y el público.

Con cada paso, cada giro, cada salto, transmitió toda la pasión y emoción que sentía por la danza. Al terminar su presentación, el silencio fue seguido por un estruendo de aplausos. Había dejado a todos boquiabiertos con su talento.

El primer lugar fue para ella. Su familia, sorprendida, se acercó a felicitarla. "Lara, no sabíamos que tenías tanto talento", dijo su madre con lágrimas en los ojos. "Hija, estábamos equivocados. Te apoyaremos en lo que sea que te haga feliz", agregó su padre.

Desde ese día, Lara no solo cumplió su sueño de ser bailarina, sino que también enseñó a su familia la importancia de perseguir los sueños y apoyar los deseos de los demás.

Siempre hay una manera de hacer lo que amas, y el apoyo de quienes amas hace que el viaje sea más gratificante.

FIN.

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