El Sueño de Bautista
Había una vez un niño llamado Bautista, de 7 años, que siempre había soñado con ser un gran futbolista. Desde muy pequeño, se pasaba horas y horas jugando en el patio de su casa con su balón de fútbol.
Un día, mientras Bautista estaba practicando sus tiros al arco, apareció Don Carlos, el entrenador del equipo local. Don Carlos era conocido por descubrir jóvenes talentos y llevarlos a competir en torneos importantes.
Don Carlos quedó impresionado al ver las habilidades de Bautista y decidió invitarlo a formar parte del equipo. Bautista no podía creerlo, ¡era la oportunidad que siempre había esperado! A partir de ese momento, los días de Bautista estuvieron llenos de entrenamientos intensivos.
Aprendió a controlar el balón con ambas piernas, a hacer pases precisos y a correr rápidamente por todo el campo. Su dedicación y esfuerzo eran admirables. Pero no todo fue fácil para Bautista.
Hubo momentos en los que se sintió frustrado porque cometía errores o porque algunos compañeros del equipo lo criticaban cuando fallaba algún gol.
Sin embargo, cada vez que eso sucedía, Don Carlos le recordaba algo importante:—"Bauti" , le decía cariñosamente Don Carlos,"el fútbol no solo es ganar o perder partidos. Lo más importante es disfrutar del juego y aprender de cada experiencia". Bautista entendió entonces que debía concentrarse en mejorar día a día sin importar los resultados inmediatos.
Llegó el día del primer partido oficial de Bautista junto al equipo. Estaban jugando contra un equipo muy fuerte y el marcador estaba empatado.
Faltando solo unos minutos para que terminara el partido, Bautista tuvo la oportunidad de hacer un gol que podría darles la victoria. Concentrado y seguro de sí mismo, Bautista disparó al arco con todas sus fuerzas. Pero, para su sorpresa, el balón pegó en el travesaño y salió desviado.
Bautista se sintió mal por no haber convertido ese gol tan importante. Sin embargo, cuando miró a su alrededor vio las caras de sus compañeros llenas de orgullo y admiración. "¡Bauti! ¡Eres increíble! ¡Lo diste todo!", exclamaba uno de sus compañeros mientras lo abrazaba.
En ese momento, Bautista entendió que no importaba tanto si había hecho o no el gol. Lo más importante era haber dado lo mejor de sí mismo y haber disfrutado del juego junto a sus amigos.
A partir de ese día, Bautista siguió entrenando duro con Don Carlos y su equipo. Participaron en muchos torneos importantes donde obtuvieron grandes logros. Pero lo más valioso para Bautista fue siempre la amistad y el espíritu deportivo que compartían con cada uno de sus compañeros.
Y así fue como Bautista, a los 7 años, aprendió que el fútbol no era solo una cuestión de ganar o perder partidos, sino una oportunidad para divertirse, aprender y crecer como persona dentro y fuera del campo de juego.
FIN.