El Sueño de Bautista



Había una vez un niño llamado Bautista, quien vivía en un pequeño pueblo en Argentina.

Desde muy pequeño, Bautista admiraba a su abuelo, quien había sido portero de fútbol en su juventud y era muy conocido por su habilidad para detener los disparos más difíciles. Bautista pasaba horas y horas escuchando las historias que le contaba su abuelo sobre sus días como portero. Soñaba con seguir sus pasos y convertirse en un gran guardameta algún día.

Un día, mientras Bautista estaba jugando al fútbol con sus amigos en el parque del pueblo, notó que el equipo contrario necesitaba desesperadamente un portero. Sin pensarlo dos veces, se ofreció voluntario y se puso los guantes de su abuelo.

El partido estaba muy reñido, pero gracias a las habilidades de Bautista bajo los tres palos, lograron mantener el marcador empatado. De repente, llegó el momento decisivo: un jugador del equipo contrario lanzó un potente disparo hacia la portería.

Todos contuvieron la respiración mientras Bautista saltaba para intentar detenerlo. -¡Vamos, Bauti! ¡Tú puedes hacerlo! -gritaban sus amigos desde la línea de banda.

Bautista estiró todo lo que pudo sus brazos y ¡logró atrapar la pelota justo antes de que cruzara la línea de gol! Todos celebraron emocionados mientras lo levantaban en hombros. Desde ese día, todos reconocieron el talento innato de Bautista como portero. Fue invitado a entrenar con equipos más grandes y participar en torneos importantes.

Pero Bautista nunca olvidó la importancia de aprender y mejorar constantemente. Un día, mientras entrenaba con su equipo, el entrenador le dio una noticia inesperada:-Bauti, tenemos un partido muy importante contra el mejor equipo de la liga mañana.

¿Estás listo para enfrentar este desafío? Bautista se sintió un poco nervioso pero asintió con determinación. Sabía que tenía que dar lo mejor de sí mismo para ayudar a su equipo a ganar.

Llegó el día del partido y el estadio estaba lleno de gente emocionada por presenciar el encuentro. El equipo contrario era fuerte y no les iba a resultar fácil derrotarlo. El partido comenzó y ambos equipos dieron lo mejor de sí mismos.

Bautista hizo paradas espectaculares, demostrando su habilidad como portero. Sin embargo, el equipo contrario logró anotar un gol justo antes de que terminara la primera mitad.

En el descanso, Bautista se sentía desanimado pero recordó las palabras de su abuelo: "La clave está en nunca rendirse". Con renovada determinación, regresó al campo dispuesto a darlo todo. La segunda mitad fue aún más intensa que la primera.

Faltando solo cinco minutos para que terminara el partido, Bautista detuvo un penal crucial que podría haber asegurado la victoria del equipo contrario. Los minutos finales fueron agónicos, pero gracias a las intervenciones heroicas de Bautista bajo los palos y al esfuerzo conjunto del equipo, lograron empatar 1-1 al finalizar el tiempo reglamentario.

El empate llevó el partido a una tanda de penales. Bautista se colocó bajo los tres palos, listo para enfrentar el desafío final. Con su concentración al máximo y su corazón latiendo fuerte, logró detener dos penales consecutivos.

El último penal estaba en juego. Si Bautista lograba detenerlo, su equipo ganaría el partido. Tomó un respiro profundo y se preparó para lo que sería el momento más importante de su vida hasta ahora.

El jugador contrario corrió hacia la pelota y disparó con fuerza hacia la portería. Bautista saltó y ¡atrapó la pelota! La multitud explotó en júbilo mientras todos celebraban la victoria del equipo de Bautista.

Desde aquel día, Bautista siguió jugando al fútbol como portero y alcanzó grandes logros en su carrera deportiva. Pero lo más importante es que nunca dejó de aprender, mejorar y recordar las palabras sabias de su abuelo: "Nunca te rindas y siempre da lo mejor de ti".

Y así fue como Bautista, inspirado por su abuelo, se convirtió en un gran portero no solo en el campo de fútbol sino también en la vida misma.

FIN.

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