El Sueño de Boca



En un pequeño barrio de Buenos Aires, había un niño llamado Lucas que vivía en una casa bajita, en una calle llena de colores. Lucas era un apasionado del fútbol, especialmente de Boca Juniors. Cada día soñaba con ser un jugador famoso y marcar goles en la Bombonera.

Un día, mientras paseaba por el parque, Lucas vio a un grupo de chicos jugando al fútbol. Los miró con admiración desde la distancia. "¿Por qué no te acercás y jugás con ellos?"- se dijo a sí mismo. Después de dudar un momento, tomó valor y comenzó a caminar hacia el grupo.

Al llegar, uno de los chicos, llamado Matías, lo miró y le sonrió. "Hola, ¿querés jugar con nosotros?"- le preguntó. Lucas sintió una oleada de alegría y asintió con la cabeza. "¡Sí!"-

Los chicos comenzaron a jugar, y Lucas, aunque era un poco más bajo que ellos, corrió, saltó y dio lo mejor de sí mismo. "¡Vamos, vamos! Pasame la pelota!"- gritó.

Sin embargo, a medida que el juego avanzaba, Lucas se sintió un poco inseguro. Los otros chicos parecían ser más hábiles. ¿Qué pasaría si no podía seguirles el ritmo? Se sintió un poco desanimado.

"¡Lucas! No te preocupes! La clave es divertirse y dar lo mejor de uno!"- le dijo Matías mientras lo animaba. "Si no puedes hacer una jugada perfecta, intenta otra vez. Lo importante es disfrutar la experiencia"-.

Con esas palabras, Lucas comenzó a sentirse mejor. En lugar de obsesionarse con el miedo a fallar, decidió concentrarse en lo que más le gustaba: jugar. Empezó a correr con más confianza, a saltar más alto y, lo más importante, a reírse con sus nuevos amigos.

Fue en ese momento que, en un increíble giro de la historia, Lucas recibió un pase perfecto. Con un solo movimiento, tomó la pelota, se dribló a un rival y marcó un gol. "¡Gol!"- gritaron todos, y Lucas se sintió como un verdadero jugador de Boca, a pesar de ser más bajo que los demás.

Después de ese día, Lucas no solo siguió jugando al fútbol, sino que también se dio cuenta de que lo más importante no era ser el mejor, sino disfrutar el camino, aprender de sus errores y ayudarse mutuamente con sus amigos.

Cada tarde, Lucas iba al parque, y aunque a veces perdía, nunca dejó de intentarlo. Con el tiempo, se convirtió en un gran jugador, y sus amigos lo admiraban. "Nunca pensé que un chico tan bajo pudiera hacer tantas cosas grandes"- le dijo Matías un día.

"¡Y todo porque nunca me rendí!"- respondió Lucas con una sonrisa.

Lucas aprendió que, al igual que en el fútbol, la vida tiene sus altibajos, y que lo fundamental es disfrutar el viaje y no temer a los obstáculos. Así, con cada paso que daba, se sentía un poco más cerca de su sueño, en un pequeño pero lindo barrio de Buenos Aires.

Y así, el niño que comenzó siendo un poco inseguro, creció lleno de confianza y rodeado de amigos que siempre lo apoyaron. Lucas demostró que lo más lindo no es ser alto o bajo, sino tener un gran corazón y nunca dejar de soñar.

FIN.

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