El Sueño de Cristina



Había una vez en un pequeño pueblo argentino, una chica llamada Cristina. Todos los días se levantaba temprano, justo cuando el sol empezaba a asomarse por el horizonte. Cristina amaba estudiar y tenía un trabajo en una tienda de comestibles que la ayudaba a ahorrar un poco de dinero.

Un día, mientras limpiaba la tienda, encontró una revista sobre Corea del Sur. En la portada había una imagen deslumbrante de Seúl, una ciudad llena de luces y tecnología.

- ¡Wow! ¡Esto se ve increíble! - exclamó Cristina con asombro.

Desde ese día, su pecho se llenó de un dulce anhelo. Su mayor sueño era viajar a Corea y conocer todo lo que había leído sobre aquel distante país.

- Mamá, algún día voy a ir a Corea - le dijo Cristina mientras ayudaba a su madre con las tareas del hogar.

- Eso sería maravilloso, Cristina, pero necesitarías ahorrar dinero y aprender su idioma - respondió su madre sonriendo con apoyo.

Con ese aliento, Cristina se propuso estudiar y trabajar más duro. Cada día llegaba cansada a casa, pero nunca dejaba de leer cosas sobre Corea. Aprendía palabras en coreano y soñaba con las maravillas que iba a conocer.

- ¡Mirá! ¡He aprendido a decir —"hola"  en coreano! - le dijo a su mejor amiga, Lucía.

- ¡Qué copado! ¿Y cómo se dice? - preguntó Lucía curiosa.

- Se dice "안녕하세요" (annyeonghaseyo) - respondió Cristina, con un brillo en sus ojos.

Sin embargo, pasó el tiempo y su sueño parecía cada vez más lejano. A veces se sentía triste al pensar en lo difícil que era juntar el dinero necesario para el viaje. Un día, mientras caminaba por el parque, vio a un grupo de jóvenes practicando taekwondo.

- ¡Qué impresionante! - dijo Cristina mirando al grupo.

Ella se acercó y preguntó si podían enseñarle.

- Claro, vení y probá - le dijo uno de los chicos.

Así, Cristina comenzó a practicar taekwondo. Los chicos se hicieron amigos de ella y se sorprendieron al descubrir su gran deseo de ir a Corea.

- Si realmente querés ir, podrías hacer una presentación de taekwondo en la feria del pueblo. Podrías juntar dinero para tu viaje - sugirió una de las chicas.

- ¡Esa es una gran idea! - exclamó Cristina emocionada.

Cristina y sus amigos comenzaron a entrenar todos los días y a organizar la presentación. Se dedicaron con mucha pasión, y no solo se divirtieron, sino que también mejoraron sus habilidades.

El día de la feria llegó y el lugar estaba lleno de gente. Cristina estaba nerviosa, pero al ver a su madre y amigos animándola, se armó de valor. Cuando subió al escenario, sintió que el mundo se detenia. Con cada patada y cada movimiento, sentía que se acercaba un poco más a su sueño.

Al final de la presentación, la multitud aplaudió con entusiasmo y Cristina sonrió de oreja a oreja.

- ¡Lo hicimos! - gritó un amigo.

La recaudación fue un éxito y con el dinero, Cristina pudo apuntarse a un curso de coreano, además de ahorrar para su viaje.

Pasaron los meses y, con esfuerzo, logró juntar el dinero suficiente. Finalmente, recibió la noticia que tanto había esperado: ¡su pasaporte estaba listo y podía viajar a Corea!

- ¡Mamá, voy a Corea! - gritó llena de felicidad, mientras su madre la abrazaba con lágrimas de alegría.

Cuando llegó a Seúl, todo era aún más increíble de lo que había imaginado. Caminó por las calles, probó alimentos deliciosos y visitó lugares hermosos.

- Esto es un sueño hecho realidad - murmuró Cristina mientras contemplaba la Torre Namsan.

Cada rincón que exploraba, cada nuevo amigo que hacía, le llenaba el corazón de alegría. Pero también se dio cuenta de que se debía a su perseverancia y esfuerzo.

- Gracias, no solo por el viaje, sino por todo lo que aprendí en el camino - pensó con gratitud.

Al regresar a su pueblo, Cristina estaba llena de historias y experiencias. Sabía que su sueño no solo era viajar, sino también mostrarle a otros que con esfuerzo y dedicación, se pueden lograr cosas grandes.

- Mamá, quiero que todos sepan que los sueños se pueden alcanzar - dijo Cristina. - Solo tienen que creer en ellos y trabajar muy duro.

Y así, Cristina se convirtió en un ejemplo para todos en su pueblo, inspirando a otros a seguir sus sueños con valentía y esfuerzo. Y, desde entonces, siempre tuvieron presente que cuando se lucha por lo que se desea, los sueños pueden hacerse realidad.

Fin.

FIN.

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