El Sueño de Dani
Dani era un niño de 6 años con una pasión desbordante por el fútbol sala y una curiosidad infinita por las historias de los libros. Cada tarde, después de hacer su tarea, Dani se calzaba sus zapatillas, agarraba su pelota y salía al parque. Pero a diferencia de otros niños, también llevaba consigo un libro bajo el brazo.
Un día, mientras Dani jugaba con sus amigos, empezó a llover. Todos corrieron a buscar refugio, pero Dani decidió quedarse un rato más jugando solo.
"Dani, ven, ¡te estás empapando!" -gritó su amiga Lucía.
"¡Solo un poco más! ¡Estoy en medio de una jugada espectacular!" -respondió Dani, esquivando a los rivales en su mente.
En ese momento, Dani escuchó un ruido extraño. Se asomó tras un árbol y encontró un libro empapado. Al abrirlo, se dio cuenta de que era un libro antiguo sobre fútbol; contenía cuentos de jugadores legendarios y sus aventuras.
"¡Mirá, chicos! ¡Encontré un tesoro!" -exclamó Dani emocionado.
Sus amigos se acercaron y empezaron a leer los relatos juntos. Uno de los cuentos hablaba de un niño que soñaba con ser un gran jugador. Sin embargo, había un giro inesperado: el niño tenía que atravesar varias pruebas que le enseñaban sobre la importancia de la amistad y el trabajo en equipo.
"¿Te imaginas tener que hacer esas pruebas?" -preguntó Mateo, otro de sus amigos.
"¡Sí! Podríamos hacer nuestra propia aventura!" -respondió Dani, lleno de entusiasmo.
Los chicos decidieron convertirse en los protagonistas de su propia historia. Cada día, después de clase, se reunían en el parque para superar las pruebas que habían ideado. Juntos, aprendieron a trabajar en equipo, se ayudaron mutuamente a mejorar y, más importante aún, fortalecieron su amistad.
Una tarde, después de una intensa jornada de entrenamiento y risas, Dani dijo:
"Chicos, deberíamos hacer un torneo de fútbol sala con todos los que hacen deporte en el barrio. Así podríamos poner a prueba todo lo que hemos aprendido."
"¡Sí! Y además podemos invitar a los papás y mamás para que vengan a vernos" -dijo Lucía.
Los niños se organizaron y empezaron a poner en marcha el torneo. Aunque no fue fácil, se dieron cuenta de que, con esfuerzo y trabajo en equipo, podían lograrlo. Prepararon carteles, entrenaron por las tardes y compartieron su experiencia con otros chicos del barrio.
El día del torneo llegó y, aunque Dani estaba nervioso, se acordó de las enseñanzas que había adquirido a través de los libros y las experiencias con sus amigos. Cuando sonó el silbato, jugaron con entusiasmo y se apoyaron en cada jugada.
En la final, se encontraron con un equipo muy fuerte. Lo que podría haber sido un momento de desánimo se transformó en sacrificio y unión. Uno de sus amigos se lesionó, y Dani, recordando su historia favorita del libro, le dijo:
"No te preocupes, ¡nosotros vamos a ganar por vos! ¡Vamos con todo!"
Con una jugada fantástica, Dani logró un gol. El grito de alegría de todos resonó por el parque. Aunque no ganaron el torneo, para ellos, el verdadero triunfo fue haber aprendido a ser un gran equipo y mantener la amistad.
Al finalizar el día, todos se sentaron para disfrutar de una merienda.
"¡La pasamos genial!" -dijo Mateo, con una sonrisa.
"Eso sí, pero lo mejor fue que hicimos nuevos amigos" -comentó Lucía.
Dani, mientras miraba el libro que había encontrado, se dio cuenta de que las historias tienen el poder de inspirarnos y ayudarnos a crecer, tanto dentro como fuera de la cancha. Desde entonces, decidió seguir leyendo y soñando, sabiendo que cada página podía traer una nueva aventura, al igual que el fútbol sala.
Y así, Dani no solo se convirtió en un gran jugador, sino también en un gran amigo y un apasionado lector, alguien que siempre estaba listo para la próxima aventura que la vida o un libro pudieran ofrecerle.
FIN.