El Sueño de Doña Manuela



Era el año 1824 cuando Doña Manuela miraba su terreno verde y fértil. Se dice que tenía un corazón tan grande como su visión. Un día, mientras paseaba por la colina, se sentó bajo un gran árbol y pensó:

"Este lugar podría ser algo más que solo un terreno. Aquí puedo construir un futuro mejor para las niñas que lo necesiten."

Fue así como decidió donar su terreno para la construcción de un colegio dedicado a las educandas más vulnerables de la zona. Con esfuerzo y dedicación, Doña Manuela logró que su sueño se hiciera realidad.

63 años después, en 1887, cuando el sol brillaba con fuerza, llegó al pueblo la madre Catalina junto con las hermanas de la Esclava de Corazón de Jesús. Ellas habían escuchado relatos sobre el legado de Doña Manuela, y estaban decididas a ayudar en la misión de educar a las niñas del lugar.

Una mañana, después de organizar algunas actividades, la madre Catalina reunió a las niñas en el patio de la escuela.

- “Queridas niñas, venid aquí. Hoy es un día especial. Vamos a hablar sobre la historia de nuestra escuela y la mujer que la hizo posible.”

Las pequeñas, con los ojos abiertos y llenos de curiosidad, se acercaron a escuchar.

- “Doña Manuela era una mujer que soñaba con un mundo donde todas ustedes tuvieran la oportunidad de aprender y crecer. Gracias a ella, hoy estamos aquí,” explicó la madre Catalina.

Las niñas, intrigadas por la historia, comenzaron a susurrar entre ellas. Una de ellas, llamada Lucía, levantó la mano.

- “¿Podemos ser como Doña Manuela? ”

La madre Catalina sonrió con calidez.

- “¡Por supuesto! Cada una de ustedes tiene un sueño y puede hacer algo grande en el mundo. Solo necesitan creer en sí mismas.”

Las hermanas de la Esclava, inspiradas por la energía de las niñas, decidieron organizar un concurso de proyectos donde cada una presentaría una idea que ayudara a su comunidad. Las niñas se entusiasmaron muchísimo, y cada una comenzó a trabajar en su proyecto.

Lucía soñaba con una biblioteca donde todas pudieran leer libros maravillosos, pero le preocupaba no tener suficientes recursos. Una noche, sentada en la sala de su casa, dijo:

- “No tengo dinero, pero puedo recolectar libros de amigos y vecinos. Quizás, sólo de esa manera, pueda hacer mi sueño realidad.”

Al día siguiente, Lucía fue casa por casa, contando su plan. A muchas personas les gustó la idea y comenzaron a donar libros que ya no usaban. Con esfuerzo, Lucía logró reunir una hermosa colección que hizo brillar sus ojos de alegría.

Mientras tanto, otras niñas trabajaban en sus proyectos: Martina quería crear un jardín comunitario, y Sofía soñaba con clases de arte.

El día del concurso llegó. Las niñas se presentaron ante la madre Catalina y las hermanas, mostrando sus proyectos llenos de entusiasmo. El ambiente estaba cargado de emoción.

La madre Catalina escuchaba atentamente a cada una. Cuando terminó la última presentación, exclamó:

- “Me siento tan orgullosa de ustedes. Cada proyecto tiene el poder de cambiar el mundo. Pero ha llegado el momento de elegir.”

Las niñas no podían contener los nervios. Finalmente, la madre Catalina anunció:

- “Todos los proyectos serán apoyados. ¡Juntas, haremos que se hagan realidad! ”

Las pequeñas gritaron de emoción. Con el respaldo de la madre Catalina y las hermanas, los sueños de cada una comenzaron a cobrar vida. Así, la biblioteca de Lucía, el jardín de Martina y las clases de arte de Sofía, se convirtieron en realidades.

Lucía recordó a Doña Manuela y su generosidad. En una de las actividades del colegio, las niñas se reunieron para agradecer a su benefactora. Lucía tomó la palabra:

- “Hoy, cada libro que leemos y cada planta que cuidamos son gracias a Doña Manuela y a ustedes, madre Catalina y hermanas.”

La madre Catalina sonrió, llena de orgullo, mientras las niñas alzaban sus libros y macetas en señal de gratitud.

Así, la historia de Doña Manuela continuó viva en cada corazón, cada sonrisa y cada sueño que las niñas empezaron a forjar juntas. El legado de generosidad, apoyo y uno de los mayores tesoros: la educación, se convirtió en la luz que iluminaba su camino. A través de pequeñas acciones, demostraron que, como Doña Manuela, cada una podía hacer del mundo un lugar mejor, siempre con amor y valentía.

FIN.

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