El Sueño de Elis
Elis era una niña muy especial, siempre tenía una sonrisa en su rostro y le encantaba hablar con todo el mundo. Pero lo que más le gustaba era soñar despierta con viajar por el mundo y descubrir nuevos lugares.
Un día, mientras jugaba en el parque, Elis se encontró con un anciano muy sabio que estaba sentado en un banco.
El anciano notó la felicidad de Elis y decidió hablar con ella:- Hola pequeña, ¿cómo estás? - ¡Hola! Estoy muy bien gracias -respondió Elis con una gran sonrisa. - Veo que eres muy feliz y tienes muchos sueños ¿verdad? -preguntó el anciano. - Sí señor, me encantaría viajar por el mundo y conocer nuevos lugares -contestó Elis emocionada.
El anciano sonrió y le dijo:- Eso es maravilloso querida. Pero recuerda que para cumplir tus sueños debes trabajar duro y ser perseverante.
No siempre será fácil pero si nunca te rindes, podrás lograr todo lo que te propongas. Elis entendió muy bien las palabras del anciano y decidió comenzar a prepararse para su gran aventura.
Empezó a leer libros sobre diferentes países, aprendió varios idiomas e incluso comenzó a estudiar astronomía para poder viajar también por el espacio. Pero no todo fue fácil para Elis.
A medida que crecía se dio cuenta de que había muchos obstáculos en su camino: falta de recursos económicos, problemas familiares e incluso algunos amigos intentaban desanimarla diciéndole que sus sueños eran imposibles de alcanzar. Pero Elis recordaba las palabras del anciano y nunca se rindió.
Fue perseverante y poco a poco comenzó a cumplir sus sueños: viajó por diferentes países, conoció culturas nuevas y hasta logró ser astronauta y viajar al espacio. Un día, cuando ya era una mujer adulta, Elis volvió al parque donde había conocido al anciano sabio años atrás.
Se sentó en el mismo banco donde habían hablado y recordó todas las dificultades que había tenido que superar para poder cumplir sus sueños. De pronto, sintió una mano en su hombro. Era el anciano sabio que estaba de vuelta en el parque. - ¡Hola Elis! -dijo el anciano con una sonrisa-.
Veo que has logrado todo lo que te propusiste. - Sí señor, gracias a sus palabras nunca me rendí -respondió Elis emocionada.
El anciano la miró con ternura y le dijo:- Recuerda siempre lo importante que es trabajar duro y ser perseverante para alcanzar nuestros sueños. Pero también recuerda disfrutar cada momento del camino hacia ellos.
Y así fue como Elis entendió que aunque los sueños pueden parecer imposibles de alcanzar, si trabajamos duro y nunca nos rendimos podemos hacerlos realidad.
FIN.