El Sueño de Enaitz



Enaitz era un niño de 10 años que vivía en el pintoresco pueblo costero de Lekeitio. Desde pequeño, su pasión por el fútbol lo llevaba a jugar en la plaza del pueblo cada vez que tenía una oportunidad. Soñaba con ser futbolista y vestir la camiseta del Athletic Club de Bilbao. Con su pelotita, ensayaba su jugada favorita frente al espejo de casa, imaginando que estaba en el campo de San Mamés.

Un día, mientras Enaitz practicaba sus tiros al arco, su mejor amigo, Koldo, se acercó corriendo.

"¡Enaitz! ¡¿viste que hay un torneo de fútbol en el pueblo? !"

"¡No, no lo sabía! ¿Cuándo es?"

"Este fin de semana. Tienes que inscribirte, podés ser el goleador del torneo y tal vez hasta conseguir un escout para el Athletic."

La idea de participar llenó a Enaitz de emoción, pero también de nervios. Nunca había jugado en un torneo tan grande. Sin embargo, se armó de valor y, tras una charla con su mamá, decidió anotarse junto a Koldo.

Fue a la escuela ese día y, mientras almorzaba, se lo contó a sus compañeros.

"¡Voy a jugar en el torneo!"

"¿En serio, Enaitz?" dijo Marta, una de sus compañeras.

"Sí, ¡voy a hacer goles!"

Los días comenzaron a pasar y Enaitz entrenaba para dar lo mejor de sí. A medida que se acercaba el torneo, su confianza aumentaba, pero también la presión. Un par de días antes de la competencia, se escucharon rumores de que algunos chicos de otro barrio eran más grandes y mejores en el fútbol.

"¿Y si no juego bien?" le dijo Enaitz a Koldo, preocupado.

"Tenés que creer en vos mismo, Enaitz. No importa si somos más chicos o si ellos son más habilidosos. Lo importante es disfrutar del juego."

El día del torneo llegó. El sol brilla en el cielo y el parque se llenó de niños, padres y familias alentando a cada equipo. Enaitz y Koldo lograron marcar varios goles en la fase de grupos. Pero en la semifinal, se encontraron con el equipo más fuerte del torneo.

"No sé si podré", le dijo Enaitz a Koldo mientras se preparaban para el partido.

"Solo tenés que hacer lo que sabés, jugar con pasión y disfrutar cada momento".

El silbato sonó y la semifinal comenzó. La adrenalina corría por las venas de los chicos mientras corrían de un lado a otro. El rival era realmente bueno, y Enaitz sintió que el miedo lo invadía. Sin embargo, en un momento crucial, recordó las palabras de Koldo y se concentró en el juego.

Con un pase preciso de Koldo, Enaitz logró eludir a un defensor y se encontró cara a cara con el arquero. Con valentía, remató al arco y... ¡GOOOOL! Los gritos de alegría resonaron por todo el parque.

El partido siguió, y aunque el rival también anotó, Enaitz y su equipo lograron superar al otro equipo y clasificar a la final. Estaban felices, pero también cansados, y en ese momento, Enaitz sintió que su sueño estaba un paso más cerca.

La final llegó con muchas emociones. El ambiente era eléctrico y ambos equipos estaban mano a mano. Durante la primera mitad, el juego fue igualado. Pero a pocos minutos del final, el marcador seguía 0-0. Enaitz sintió una mezcla de nervios y emoción.

En el último minuto de juego, Enaitz recibió el balón y, sin pensarlo, comenzó a avanzar. En una jugada increíble, logró esquivar a dos defensores antes de chutar el balón. Con un toque perfecto, el balón se fue directo al arco. El público contuvo la respiración y, como en cámara lenta, vio cómo el balón entraba en la red. ¡GOL!

Todos sus amigos y familiares estallaron en gritos de alegría. Enaitz no podía creer lo que había logrado. El tiempo se cerró y su equipo ganó el torneo. Con una sonrisa radiante, Enaitz recibió la medalla de campeón y escuchó el aliento de los presentes.

"¡Nunca dejes de seguir tus sueños, Enaitz!" le gritó su mamá, orgullosa.

Más tarde, tras el torneo, un ojeador del Athletic se acercó a Enaitz.

"Me gustó cómo jugaste, ¿te gustaría venir a una prueba?"

"¡Sí, claro! ¡Ese es mi sueño!" respondió Enaitz, con los ojos brillando de emoción.

Desde aquel día, Enaitz sabía que debía seguir esforzándose, soñando y disfrutando del fútbol, porque había aprendido que, con esfuerzo y pasión, los sueños pueden hacerse realidad.

FIN.

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