El sueño de Enrique



Enrique era un niño alegre y soñador que siempre había deseado ser bailarín. Desde muy pequeño se maravillaba al ver a los artistas danzando en el escenario, y su corazón latía al ritmo de la música.

Sin embargo, sus abuelos tenían una mentalidad más tradicional y pensaban que el baile era solo para las mujeres. Todos los días, Enrique practicaba a escondidas en su habitación, moviendo los pies al son de la música que resonaba en su mente.

Un día, decidió contarle a sus abuelos sobre su deseo de convertirse en bailarín. - Abuelos, quiero ser bailarín, sueño con moverme con gracia y expresar mis emociones a través de la danza - les dijo con valentía.

Sus abuelos se mostraron sorprendidos y preocupados. - Eso no es cosa de hombres, Enrique. Los hombres deben ser fuertes y valientes, no bailarines. Te queremos ver como un deportista o un hombre de negocios exitoso - le respondieron.

A pesar de la tristeza que Enrique sintió al escuchar las palabras de sus abuelos, su determinación no se quebrantó. Decidió buscar ayuda en su vecina, una talentosa bailarina llamada Martina.

Con paciencia y aliento, Martina ayudó a Enrique a perfeccionar sus movimientos y a ganar confianza en sí mismo. Juntos, crearon una increíble coreografía que expresaba la fuerza y la gracia que había en el corazón del pequeño bailarín. Llegó el día de la gran presentación en el teatro del pueblo.

Enrique se sentía nervioso, pero al pisar el escenario, la emoción lo invadió por completo. La música comenzó a sonar y Enrique dejó que su cuerpo se expresara libremente. Cada salto, cada giro, transmitía la pasión que sentía por la danza.

Al terminar su actuación, el público estalló en aplausos y ovaciones. Los ojos de sus abuelos brillaban, maravillados por la increíble actuación de su nieto.

- ¡Eres un bailarín extraordinario, Enrique! Nunca habíamos visto tanta gracia y fuerza en la danza - exclamaron emocionados. A partir de ese día, Enrique siguió practicando y compartiendo su talento con el mundo, demostrando que no hay límites para seguir tus sueños, sin importar los prejuicios o las expectativas de los demás.

FIN.

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