El Sueño de Erika



Era una vez en un encantador barrio de Buenos Aires, una niña de 12 años llamada Erika. Su mayor pasión en la vida era actuar y siempre soñaba con ser una gran actriz. Cada vez que miraba una película, sus ojos brillaban y su imaginación volaba. No había un solo momento en el que no soñara con estar en el escenario, interpretando a diferentes personajes.

Erika tenía una mejor amiga, Sofía, que siempre la apoyaba en su sueño. Juntas hacían pequeñas escenitas en el parque y organizaban obras de teatro para sus familias.

"¡Sofía! ¿Viste la obra que hicieron en el teatro del barrio?" - exclamó Erika un día, saltando de emoción. "¡Quiero ser como ellos!"

"Yo también, pero necesitaríamos un escenario más grande y un montón de gente para vernos," - respondió Sofía, riendo. "Podríamos hacer nuestra propia obra, ¡sería increíble!"

Ambas se pusieron a planear su obra. Pasaban horas escribiendo guiones, buscando disfraces y ensayando sus diálogos. Sin embargo, había un problema. En su barrio, las oportunidades de actuar eran escasas y no tenían acceso a un verdadero teatro.

Un día, mientras paseaban, se encontraron con un grupo de jóvenes que estaban haciendo una audición para una obra escolar.

"¿Qué están haciendo?" - preguntó Sofía, curiosa.

"Estamos buscando actores para nuestra obra de fin de año, ¡si quieren, pueden venir a audicionar!" - dijo uno de los chicos.

Erika sintió mariposas en el estómago.

"¡Es nuestra oportunidad, Sofía!" - dijo, animada.

Ambas decidieron audicionar. Por unos momentos, Erika sintió dudas.

"¿Y si no les gusto?" - preguntó, temerosa.

"No te preocupes, estamos juntas en esto" - la animó Sofía. "¡Va a salir genial!"

Ese fin de semana llegó el día de la audición. Con un escenario improvisado en el salón de la escuela, Erika se armó de valor y se presentó frente a los jueces.

"Voy a dar lo mejor de mí," - pensó. Y cuando le tocó actuar, transformó esas mariposas en un torbellino de energía. Manejando el escenario como si fuera su segunda casa, hizo reír y llorar al público con su actuación. Sofía, por supuesto, la apoyaba desde un rincón, aplaudiendo con todas sus fuerzas.

Después de unas semanas de espera, el día de los resultados llegó. Erika estaba nerviosa, caminaba de un lado a otro, esperando que anunciaran los nombres.

- “¡Ya quiero saber! ¿Nos eligieron? ” - preguntó Sofía, un poco inquieta.

Finalmente, el director del grupo de teatro hizo el anuncio.

"Estamos muy emocionados de ver tanto talento. Los papeles protagónicos serán para... ¡Erika y Sofía!"

Ambas gritaron de alegría y se abrazaron. Sus sueños estaban tomando forma, y cada ensayo las acercaba más a su meta.

Pero a medida que se acercaba el estrenos, surgieron nuevos retos. La presión de actuar frente a un gran público generaba inseguridades en ambas.

"¿Y si me olvido de mis líneas?" - decía Erika, mientras se miraba en el espejo. "No quiero decepcionarlos."

"Tranquila, estamos preparadas!" - contestó Sofía. "Recordá que estamos juntas en esto. ¡No hay forma de que no lo logremos!"

El día del estreno, el teatro estaba lleno. Efectos de luces y un público ansioso agregaban una atmósfera electrizante. Mientras estaban detrás del telón, Erika estaba nerviosa.

"Respira, Erika. Estamos listas. Lo hemos ensayado tantas veces!" - Sofía, con una sonrisa, le dio una palmadita en el hombro.

Y así, al abrirse el telón, ambas se transformaron en los personajes. Sus risas, sus lágrimas y la magia del escenario hicieron que la obra fuera un éxito rotundo. Al final, el público aplaudió con fervor, y el corazón de Erika latía con fuerza. ¡Había cumplido su sueño!

Después de la función, recibieron elogios por su actuación. El director las felicitó y les propuso que formaran parte del grupo de teatro de forma permanente.

"Gracias, nunca lo habríamos logrado sin nuestra amistad" - dijo Erika, mirando a Sofía con una sonrisa.

Esa noche, mientras regresaban a casa, Erika y Sofía sabían que este era solo el comienzo de muchas más aventuras. Habían descubierto que no solo el talento cuenta, sino el valor de compartir sueños y apoyarse mutuamente. Aprendieron que cuando te rodeas de amigos, no hay meta que no se pueda alcanzar.

Y así, Erika y Sofía continuaron persiguiendo sus sueños, llenando cada día de felicidad, risas, y muchas más obras de teatro por venir.

FIN.

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