El Sueño de Fernando
Era un hermoso día en la ciudad de Buenos Aires y Fernando, un niño de diez años, estaba más emocionado que nunca. Su gran sueño era participar en la competencia de vóley que se llevaría a cabo en el parque de su barrio. Desde hacía meses, Fernando había estado practicando con su mejor amigo, Lucas, y cada vez se sentía más seguro con sus habilidades.
-Las prácticas de vóley son lo mejor, Fernando. ¡Estamos más que listos para la competencia! -dijo Lucas, mientras lanzaba la pelota al aire y la recibía con un perfecto remate.
-Sí, estoy ansioso por jugar. ¡Vamos a ganar! -respondió Fernando, con una gran sonrisa.
Sin embargo, días antes de la competencia, Fernando sufrió un accidente mientras practicaba. En un intento por hacer una espectacular jugada, se torció el tobillo y tuvo que ir al médico.
-Muchacho, tienes un esguince. Necesitas reposo -dijo el médico, mirándolo con compasión.
Fernando se sintió desanimado. Todo su esfuerzo parecía estar en vano. Se sentó en su cama, con la cabeza gacha, mientras Lucas lo visitaba.
-¿Qué te pasa, Fer? -le preguntó Lucas, preocupado.
-No puedo competir. Esto es muy injusto. He trabajado tan duro y ahora no puedo jugar -respondió Fernando, triste.
Lucas lo miró con determinación.
-¡No te rindas! Hay otras maneras de ser parte del equipo. Tal vez podrías ayudar a coordinar desde la línea de banda.
Fernando pensó en eso. Ser parte del equipo, aunque fuera de una manera diferente, podría ser una oportunidad. Decidido a seguir adelante, fue al parque con muletas, donde se reunió con el equipo. A medida que el equipo se preparaba para la competencia, Fernando ofreció su apoyo y estrategias desde la línea, animando a sus amigos con la misma energía que habría dado en la cancha.
-¡Vamos! ¡Puedes hacerlo! -gritaba, llenándose de emoción al ver a sus amigos jugar.
El día de la competencia llegó y el ambiente estaba repleto de energía. Todos los niños del barrio habían llegado para jugar y apoyar. Mientras observaba desde la línea, Fernando resolvió hacer una pancarta que dijera, "¡El equipo de Lucas y Fernando sí puede!"
-¡Mirá lo que hice! -dijo Fernando, mostrando su obra.
-Es genial, Fer. Gracias por tu apoyo. -dijo Lucas, admirando la pancarta.
A medida que el juego avanzaba, el equipo de Lucas enfrentaba a rivales muy talentosos. Los puntos iban y venían, y cada vez que Lucas lograba anotar, Fernando sonreía con felicidad. Pero en un momento clave, el equipo estaba perdiendo y la presión aumentaba. Fernando sintió cómo su corazón se aceleraba y sabía que necesitaba hacer algo más.
-¡Lucas! ¡Recuerda lo que practicamos! -gritó Fernando, con todas sus fuerzas.
-Por supuesto, Fer. ¡Voy a hacerlo! -respondió Lucas.
Concentrado, Lucas recordó las estrategias que Fernando le había enseñado. Hizo una jugada increíble y logró un punto. El público estalló en aplausos, y el equipo de Lucas empezó a recuperar confianza. Con cada jugada, Fernando animaba desde la banda y más y más punto fueron acumulando. Finalmente, después de un emocionante partido, lograron ganar el primer puesto.
-¡Lo hicimos! -gritaron los niños abrazándose, mientras Fernando saltaba aunque le dolía un poco el tobillo.
-Esto fue un trabajo en equipo -dijo Lucas- ¡no podríamos haberlo logrado sin vos, Fernando!
Fernando sonrió. Había aprendido una lección valiosa: que a veces los sueños no se cumplen como uno espera, pero que aún uno puede encontrar formas de ser parte y contribuir al éxito del equipo.
Desde ese día, Fernando no solo se convirtió en un gran jugador de vóley, sino también en un genial compañero y motivador, y siempre recordaría que con esfuerzo y trabajo en equipo, se pueden lograr grandes cosas.
FIN.